Trump y sus aranceles: ¿una estrategia arriesgada o un plan calculado?

In Internacional
abril 09, 2025

El debate sobre las políticas comerciales de Donald Trump, en particular sus tarifas, ha suscitado una gran controversia. Muchos críticos desestiman estas medidas como una simple torpeza, sin considerar el contexto económico más amplio que las rodea. Sin embargo, detrás de la retórica agresiva del expresidente estadounidense, se puede vislumbrar una estrategia más coherente de lo que parece a simple vista.

Las desigualdades comerciales globales son, en esencia, el resultado de desajustes entre el ahorro y la inversión nacional. En países como China, Alemania y Japón, el ahorro tiende a superar la inversión interna, lo que provoca un flujo de capital hacia el exterior y, en consecuencia, un superávit comercial. Por el contrario, en Estados Unidos, los ciudadanos ahorran menos de lo que invierten, lo que genera un déficit comercial que se financia con capital extranjero.

Las raíces del problema

A lo largo de las últimas décadas, las economías orientadas a la exportación han implementado políticas que desvían ingresos de los hogares hacia las corporaciones y el gobierno, lo que incrementa artificialmente la tasa de ahorro nacional. Este exceso de capital, que no puede ser invertido en el país, se destina a mercados extranjeros, siendo Estados Unidos uno de los principales receptores de estos flujos.

En el corto plazo, la economía estadounidense puede parecer robusta, pero en el fondo, las desigualdades se acumulan: déficits comerciales persistentes, una deuda federal en aumento y tasas de interés crecientes forman una combinación peligrosa. A medida que el costo de los préstamos se incrementa, se vuelve cada vez más difícil gestionar esta deuda. Además, la desaceleración de China en el impulso del consumo interno y los problemas económicos en Europa están dirigiendo aún más capital hacia Estados Unidos, profundizando la desigualdad.

Trump, consciente de que su tiempo político es limitado, ha optado por actuar rápidamente. Las tarifas, aunque son una herramienta burda y poco eficiente, son políticamente más viables que otras opciones, como recortar el gasto público o limitar los flujos de capital. La estrategia parece ser un intento de negociar concesiones a través de la presión sobre los países que mantienen superávits comerciales con Estados Unidos.

Sin embargo, esta táctica no está exenta de riesgos. Algunos analistas advierten que podría desencadenar una crisis global similar a la provocada por la Ley de Tarifas Smoot-Hawley de 1930, que muchos consideran responsable de agravar la Gran Depresión. Aunque es cierto que las circunstancias actuales son diferentes, el temor a una crisis económica mundial es palpable.

La inflación es otro riesgo inmediato asociado a estas políticas. Trump argumenta que la producción nacional aumentará para satisfacer la demanda y mantener los precios bajo control. Sin embargo, la producción requiere tiempo, mientras que los aumentos de precios pueden ser inmediatos. La dependencia de las empresas estadounidenses de componentes extranjeros y el impacto de los precios en el mercado global son factores que complican aún más la situación.

En resumen, Trump está apostando fuerte. Las tarifas son una herramienta que, aunque ineficaz, refleja un intento más amplio de reconfigurar el modelo económico que ha prevalecido durante décadas. Este enfoque es audaz y peligroso, y aunque no todos los economistas están de acuerdo con su justificación, es innegable que plantea preguntas fundamentales sobre el futuro del comercio global y la economía estadounidense.

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