
Investigadores de la Universidad de Virginia Tech han realizado un hallazgo significativo en el estudio de los virus que afectan a las algas verdes, específicamente a Chlamydomonas reinhardtii. Durante décadas, la comunidad científica no había logrado detectar evidencia de un virus activo en esta especie, hasta que un grupo de investigadores liderado por Maria Paula Erazo-Garcia y Frank Aylward dio con el descubrimiento del virus más grande jamás registrado que presenta un ciclo de infección latente.
Este virus, denominado Punuivirus, se caracteriza por su capacidad de permanecer inactivo en el huésped antes de reactivarse y causar enfermedad. Según Aylward, profesor asociado en el Departamento de Ciencias Biológicas, la singularidad de este virus radica en su tamaño y su mecanismo de infección. «Hemos conocido las infecciones latentes durante mucho tiempo; sin embargo, lo notable aquí es que este virus es excepcionalmente grande», afirmó el investigador.
El estudio, publicado en la revista Science, destaca la importancia de la colaboración internacional y el uso de recursos tecnológicos avanzados, como el Centro de Secuenciación Genómica del Fralin Life Science Institute y el Laboratorio de Caracterización y Fabricación Nanoscale de Virginia Tech. A través de estas herramientas, los investigadores pudieron demostrar que el Punuivirus, al integrarse en el genoma del alga, puede reactivarse y producir partículas virales que se liberan en cultivos celulares sanos.
Implicaciones biotecnológicas y desafíos en la detección
Además de los hallazgos novedosos, los investigadores sugieren que este estudio podría abrir nuevas vías en aplicaciones biotecnológicas, particularmente en lo que respecta a la entrega e integración de ADN, lo que podría ser explotado en aplicaciones de edición genética. «Es fascinante pensar que todo lo que estamos intentando ingenierizar en otros sistemas ya ocurre de manera natural aquí», comentó Aylward.
A pesar de la abundante información disponible sobre Chlamydomonas reinhardtii, que data desde la década de 1970, la detección de producción viral en cultivos saludables había sido difícil debido a limitaciones tecnológicas y la posibilidad de contaminación ambiental. Normalmente, una infección en un alga sana se manifiesta rápidamente en la muerte celular y cambios visibles en la cultura, como la pérdida del color verde. Sin embargo, en este caso, los cultivos parecían completamente sanos hasta que se realizaron análisis moleculares sofisticados.
Para confirmar la presencia del virus, los investigadores utilizaron secuenciación de lectura larga para analizar una cepa de alga conocida por contener elementos virales. Este trabajo se realizó en el Centro de Secuenciación Genómica, con la colaboración del Instituto Max Planck de Biología en Tübingen. Posteriormente, se observó que, aunque solo un pequeño número de células contenían virus activos, eran suficientes para generar una población distinta de partículas virales durante las fases de crecimiento del huésped.
La colaboración internacional fue clave en este descubrimiento, con contribuciones de investigadores de la Universidad de Lund en Suecia y el Real Instituto de Investigación Marina en los Países Bajos, quienes ayudaron a corroborar dinámicas de infección similares. Este hallazgo no solo amplía nuestro conocimiento sobre las interacciones virus-huésped, sino que también plantea preguntas sobre el potencial de los virus en la biotecnología moderna.