
Descubrimiento de marcas de corte en fósiles de Grăunceanu, Rumanía
El análisis de fósiles en el yacimiento de Grăunceanu, en Rumanía, ha revelado marcas de corte que indican la actividad de homininos en la región hace al menos 1,95 millones de años. Este hallazgo, realizado por un equipo de investigadores, se suma a la evidencia existente sobre el uso de herramientas de piedra por parte de nuestros ancestros, así como a la comprensión de su distribución geográfica en Eurasia durante el Pleistoceno. Las marcas, observadas por primera vez en 2017, son similares a las encontradas en huesos de Dmanisi, Georgia, que datan de hace aproximadamente 1,8 millones de años, lo que las convierte en las más antiguas de Europa en cuanto al uso de herramientas de corte por homininos.
El yacimiento de Grăunceanu, conocido por el gran número de huesos de animales fósiles, se considera uno de los sitios mejor preservados del Pleistoceno temprano en Europa Central. Durante las excavaciones realizadas en la década de 1960, se encontraron miles de huesos que, en su mayoría, se hallaban en un estado notablemente completo y agrupados de manera que sugieren un comportamiento social o de caza. En este contexto, los investigadores han detallado el entorno de Grăunceanu, que en su día estaba rodeado de bosques y praderas, habitado por una fauna diversa que incluía avestruces, pangolines y gatos de dientes de sable, lo que proporciona un valioso contexto ecológico para entender la vida de los homininos en esa época.
Para asegurar que las marcas observadas eran de origen humano y no causadas por otros factores, como depredadores o erosión, el equipo de investigación aplicó métodos avanzados de análisis tridimensional. Se compararon las impresiones de las marcas en los fósiles con un conjunto de referencia que incluía marcas modernas generadas por diversas causas, lo que permitió confirmar la naturaleza de las marcas de corte. Con un total de 20 huesos marcados identificados, el equipo determinó que al menos ocho presentaban marcas de corte en ubicaciones anatómicas consistentes con el despiece de carne, lo que proporciona un indicio claro de la interacción de los homininos con los animales en su entorno. Este descubrimiento no solo amplía nuestro conocimiento sobre la dieta y las costumbres de nuestros ancestros, sino que también subraya la importancia de Grăunceanu como un sitio clave para la investigación de la evolución humana.