
Un nuevo estudio realizado por el médico e investigador Matz Larsson, en colaboración con la profesora de antropología Dean Falk, sugiere que la capacidad de los seres humanos para caminar sobre dos patas puede haber influido significativamente en el desarrollo de nuestras habilidades rítmicas, musicales y lingüísticas. Esta investigación, publicada en la revista Current Anthropology, plantea que la transición a la bipedalidad no solo transformó nuestra forma de movernos, sino también nuestra manera de pensar y comunicarnos.
Según Larsson, «los pasos bipedales producen sonidos de movimiento más rítmicos y predecibles en comparación con la forma en que se desplazan nuestros parientes más cercanos, como los chimpancés». Este fenómeno permite, al caminar en compañía, sintonizar mejor con el entorno, ya que existen intervalos de silencio entre los pasos, lo que facilita la identificación de posibles peligros, como un depredador. Larsson sugiere que aquellos individuos que carecían de ritmo y no podían sincronizar sus pasos probablemente fueron excluidos del acervo genético.
Influencia desde el útero
El estudio también resalta que los bebés en el útero son impactados por el ritmo de los pasos de la madre. Este movimiento rítmico activa su capacidad auditiva, equilibrio y propriocepción, lo que sugiere que el caminar a un ritmo normal de aproximadamente 120 pasos por minuto coincide con el tempo de muchas composiciones musicales. Mientras que el latido del corazón tiene un ritmo diferente, de alrededor de 70 pulsaciones por minuto, los pasos de la madre proporcionan una experiencia sensorial más musical y envolvente para el feto.
Larsson destaca que «los bebés se sienten reconfortados al ser balanceados», lo que podría simular el movimiento de la madre durante el embarazo. Este aspecto ha llevado a considerar que la música y el lenguaje podrían haber evolucionado como una respuesta a los cambios en la forma de interacción entre padres e hijos. Falk, coautora del estudio, ha investigado el fenómeno conocido como «baby talk», que es la forma en que los adultos se comunican con los bebés de una manera rítmica y casi musical. A medida que los humanos comenzaron a caminar erguidos, los bebés ya no podían aferrarse al pelaje de sus madres, lo que generó la necesidad de estas nuevas formas de comunicación.
Larsson también relata su experiencia personal con su hijo Filip, quien tiene síndrome de Down y es un apasionado de la música. Su capacidad rítmica especial y la forma en que caminan juntos han llevado a Larsson a reflexionar sobre cómo se desarrolló el sentido del ritmo en los humanos. «Los sonidos que creamos al caminar sustituyen la conversación; Filip no utiliza palabras, se comunica a través de signos», explica Larsson, enfatizando la conexión entre el movimiento y la expresión creativa.
Más información:
Matz Larsson et al, Direct Effects of Bipedalism on Early Hominin Fetuses Stimulated Later Musical and Linguistic Evolution, Current Anthropology (2025). DOI: 10.1086/734554
Proporcionado por Örebro Universitet