
Durante una reciente reunión del gabinete, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sugirió que podría haber “algo artificial” detrás del aumento de casos de autismo en el país. Esta declaración se produjo en el contexto de un anuncio del secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., quien ha lanzado una iniciativa federal de gran envergadura para investigar las causas del llamado “epidemia de autismo”. Los resultados de esta investigación se esperan para septiembre de 2025.
Kennedy, conocido por sus posturas controvertidas sobre las vacunas, afirmó que el nuevo esfuerzo de investigación involucrará a “cientos de científicos de todo el mundo”. Durante la reunión, enfatizó la urgencia del proyecto, señalando que las tasas de diagnóstico de autismo en niños han aumentado drásticamente en las últimas décadas, pasando de “uno de cada 10,000 cuando era niño” a “uno de cada 31” según las cifras más recientes.
“Eso es una estadística horrible, ¿no? Tiene que haber algo artificial ahí fuera que esté causando esto”, comentó Trump a Kennedy. “Si puedes encontrar esa respuesta –donde dejas de tomar algo, dejas de comer algo, o tal vez sea una inyección–, pero algo está causando esto”, añadió el presidente.
Las estimaciones actuales de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que uno de cada 36 niños en Estados Unidos es diagnosticado con trastorno del espectro autista, un aumento que muchos expertos atribuyen a una mayor conciencia y a criterios de diagnóstico más amplios.
La investigación sobre el autismo ya recibe una inversión significativa por parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), que destina más de 300 millones de dólares anuales, centrando sus esfuerzos principalmente en factores genéticos e influencias ambientales prenatales. Sin embargo, Kennedy no especificó el alcance del nuevo esfuerzo de “pruebas masivas e investigación” ni qué exposiciones específicas se podrían investigar.
Kennedy, fundador del grupo anti-vacunas Children’s Health Defense, ha ganado notoriedad en Estados Unidos por cuestionar la seguridad y eficacia de las vacunas infantiles, promoviendo la idea de que están relacionadas con el autismo, una teoría ampliamente rechazada por la comunidad científica. También ha sido un crítico vocal de las medidas de respuesta a la pandemia de Covid-19 implementadas por la Organización Mundial de la Salud, incluyendo los confinamientos y la rápida distribución de vacunas experimentales.
A pesar de su reputación controvertida, Kennedy niega estar en contra de la vacunación, afirmando que sus propios hijos están inmunizados. Durante sus audiencias de confirmación, declaró que aboga por pruebas de seguridad más estrictas y estudios más rigurosos sobre las vacunas.
Tras el respaldo de Kennedy a la campaña de Trump el año pasado, el presidente prometió otorgarle amplias facultades sobre la política de salud, indicando que le permitiría “actuar libremente” en este ámbito.