
Análisis de muestras fecales: una herramienta innovadora para la conservación de la biodiversidad
La profesora Suzannah Williams, de la Universidad de Oxford, se enfrenta a una labor poco convencional: el análisis de muestras fecales de animales. Aunque se trata de un trabajo poco glamuroso, su investigación es fundamental en un contexto de rápida disminución de la biodiversidad, con un 73% de declive en las poblaciones de fauna salvaje entre 1970 y 2020. A través del estudio de las heces, Williams y su equipo buscan obtener información valiosa que ayude a los conservacionistas a monitorizar la fauna y, potencialmente, a restaurar las poblaciones amenazadas.
Las heces de los animales contienen células vivas que se desprenden de sus intestinos, las cuales son una fuente importante de ADN y información genética. Esto permite a los investigadores comprender mejor la diversidad de especies y contribuir a programas de cría y esfuerzos de conservación. Tradicionalmente, la obtención de muestras de tejido de animales salvajes requería su captura y anestesia, un proceso que resulta estresante y complicado debido a las regulaciones legales que restringen la recolección de estos tipos de muestras, salvo que beneficien directamente la salud del animal. Para superar estas limitaciones, Williams lanzó el proyecto denominado “Poo Zoo”, financiado por la organización sin ánimo de lucro Revive and Restore, que busca optimizar la recolección de células vivas a partir de excrementos, ofreciendo así una vía no invasiva para la obtención de datos genéticos.
El desarrollo de esta metodología ha comenzado con experimentos en heces de ratón, pero el equipo ha puesto su mirada en especies más grandes, como los elefantes. Sin embargo, el tamaño de las heces de estos animales presenta desafíos significativos. La investigadora Rhiannon Bolton, experta en biobanco, ha colaborado en este esfuerzo, refinando técnicas para obtener células de las muestras de forma eficaz. El uso de heces en lugar de otras técnicas no invasivas, como trampas para recoger pelo, se debe a que las heces ofrecen una fuente más abundante y confiable de células. La investigación del “Poo Zoo” no solo busca recolectar datos genéticos, sino también explorar la posibilidad de utilizar células extraídas de las heces para la creación de embriones mediante inseminación artificial. Esta innovación podría ser un paso crucial en la lucha contra la extinción de especies, en un momento en que la pérdida de biodiversidad se considera una de las crisis ambientales más graves de nuestro tiempo.