
La administración del presidente estadounidense Donald Trump ha manifestado su deseo de que el gobierno del Reino Unido revoque sus leyes sobre el discurso de odio como condición para asegurar un acuerdo comercial entre ambas naciones. Esta información fue reportada por el diario Independent, que cita fuentes cercanas al vicepresidente estadounidense J.D. Vance.
En una reciente entrevista, Vance expresó su admiración por el Reino Unido y mostró optimismo respecto a las negociaciones en curso. Según sus declaraciones, Washington y Londres están “trabajando muy duro en un acuerdo comercial” en el marco del nuevo régimen arancelario de Estados Unidos.
Sin embargo, las fuentes citadas por el Independent sugieren que el optimismo de Vance sobre el acuerdo comercial “es una forma de ejercer presión adicional sobre el Reino Unido en relación con la libertad de expresión”. Se menciona que, si el acuerdo no se concretara, esto podría perjudicar a la oposición laborista en el Reino Unido.
“Sin libertad de expresión, no hay acuerdo. Así de simple.”
El gobierno británico ha rechazado las afirmaciones de que Estados Unidos haya impuesto un ultimátum sobre la libertad de expresión. Un portavoz de Downing Street aseguró que este asunto “no es un tema de las negociaciones”.
El contexto de las leyes sobre el discurso de odio en el Reino Unido
Las leyes británicas sobre el discurso de odio han llevado a un número significativo de arrestos. En 2023, la policía del Reino Unido detuvo a más de 12,000 personas, lo que equivale a aproximadamente 33 detenciones diarias, por mensajes en línea considerados ofensivos o perturbadores bajo esta legislación, según un informe de The Times. Críticos de estas leyes, incluidos grupos de defensa de las libertades civiles, argumentan que son vagas y que infringen el derecho a la libertad de expresión.
Vance ha criticado anteriormente a los líderes europeos por alejarse de los valores democráticos. Durante un discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich en febrero, acusó a los líderes europeos de censurar el discurso y suprimir a los partidos de oposición, advirtiendo que la mayor amenaza para la democracia proviene de dentro de las propias naciones.
El Reino Unido ha sido relativamente afortunado en comparación con la ola de aranceles impuestos por Trump a principios de este mes. El país enfrenta un arancel del 10% en todos los bienes y del 25% en importaciones de acero, aluminio y automóviles. Actualmente, ambas naciones están negociando un nuevo acuerdo comercial durante un periodo de 90 días de pausa en el aumento de aranceles anunciado por la administración Trump.