
El comienzo de la educación secundaria es una de las transiciones más significativas que enfrentan los jóvenes en su trayectoria educativa. Este cambio conlleva una serie de transformaciones simultáneas, que van desde la formación de nuevas amistades hasta la adaptación a un entorno escolar diferente, con expectativas académicas y conductuales que suelen ser más exigentes.
Un reciente estudio realizado en 2023 en Perth, Australia, pone de manifiesto las vivencias de diez estudiantes de séptimo grado en una escuela coeducativa. A través de un grupo de enfoque, estos jóvenes compartieron sus impresiones sobre la transición hacia la educación secundaria, contribuyendo así a la creciente investigación que subraya la importancia de apoyar el bienestar emocional de los alumnos en momentos críticos de su formación académica.
Los retos de la adaptación
Uno de los aspectos más destacados por los estudiantes es el tiempo necesario para ajustarse a la nueva etapa educativa. Este proceso incluye la gestión del tiempo para cumplir con las nuevas obligaciones académicas, así como la localización de las nuevas aulas. Un estudiante mencionó que «tratar de recorrer la escuela y encontrarlas era difícil». Además, varios alumnos expresaron la confusión ante las diferentes normas establecidas por cada profesor y cómo «había demasiada información para procesar». Otro joven remarcó la presión organizativa que sienten: «Es un trabajo arduo pasar de sexto a séptimo. Desde la primera semana se espera que recordemos nuestro horario, que estemos organizados y que no olvidemos nada; es mucha presión y estrés, especialmente porque también recibimos una gran cantidad de tareas».
La carga de trabajo se percibe como un desafío común entre los estudiantes, quienes señalaron que no se sentían preparados para el volumen de tareas y los plazos exigidos. Muchos de ellos coincidieron en que «todo en séptimo grado gira en torno a lo académico», lo que a menudo resulta estresante. Sin embargo, también expresaron su satisfacción por la posibilidad de cursar una gama más amplia de asignaturas, destacando las materias prácticas como cocina y diseño, que lograban equilibrar la intensidad de las asignaturas más académicas.
En cuanto a las relaciones interpersonales, los estudiantes subrayaron la relevancia de establecer nuevas amistades, a menudo sintiendo la presión de mantener las antiguas. Algunos se mostraron optimistas respecto a la posibilidad de «hacer amigos de verdad», mientras que otros manifestaron su inquietud sobre la posibilidad de no conocer a nadie: «Siempre me cuestionaba: ¿haré amigos?». La dinámica de las amistades también se transforma, y muchos revelaron que sus grupos de amigos de la escuela primaria cambiaron, lo que les llevó a replantear sus relaciones previas.
El estudio no solo expone los desafíos que enfrentan los estudiantes al pasar de sexto a séptimo, sino que también ofrece recomendaciones para facilitar esta transición. Los alumnos sugirieron tres aspectos fundamentales que podrían ayudarles:
1. Una red de apoyo: Los estudiantes destacaron la importancia de contar con un entorno de apoyo, ya sea a través de compañeros, personal docente o familiares. Las escuelas pueden fomentar esta red mediante grupos de apoyo entre pares.
2. Tiempo adicional: La necesidad de que los docentes proporcionen más tiempo para completar las tareas y adaptarse a las nuevas exigencias fue otro punto clave. Los alumnos valoraron a aquellos profesores que les permitían «desarrollarse en el aula».
3. Programas de transición: Los estudiantes consideraron que implementar programas específicos de transición para séptimo grado, que preparen a los alumnos para las nuevas logísticas y expectativas, sería beneficioso. Un alumno sugirió que un trimestre en sexto debería «replicar lo que se siente al estar en séptimo».