
Las negociaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán han alcanzado una fase crítica, con ambas partes explorando cautelosamente un marco para evitar conflictos militares mientras abordan el programa nuclear de Teherán y la demanda de Washington de salvaguardias ejecutables.
Las conversaciones, mediadas por Omán, marcan un raro compromiso diplomático desde que EE.UU. se retiró unilateralmente del Plan de Acción Integral Conjunto (PAIC) de 2015 y restableció sanciones. Bajo ese acuerdo, Irán había acordado limitar el enriquecimiento de uranio a cambio de alivio de las sanciones. Sin embargo, desde 2018, Irán ha violado los límites del PAIC, acumulando 274.8 kilogramos de uranio enriquecido al 60 por ciento de pureza, cerca de niveles aptos para armas, mientras insiste en que sus ambiciones nucleares son pacíficas.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, ahora en su segundo mandato, ha enmarcado las negociaciones como un último esfuerzo para evitar que Irán desarrolle un arma nuclear, advirtiendo de acciones militares si falla la diplomacia. Se han celebrado dos rondas de conversaciones indirectas entre el Ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Abbas Araghchi, y el enviado de EE.UU., Steve Witkoff, en Mascate y Roma, con planes para que expertos técnicos redacten los detalles del acuerdo a partir de esta semana.
Araghchi ha enfatizado las «líneas rojas» de Irán, que incluyen mantener capacidades de enriquecimiento de uranio y rechazar demandas de desmantelar la infraestructura nuclear. EE.UU. inicialmente abogó por un desmantelamiento total, pero ahora parece abierto a limitar el enriquecimiento al 3.67 por ciento, reflejando los términos del PAIC, un cambio que Witkoff respaldó brevemente antes de retractarse.
Divisiones en la administración de Trump
Las divisiones dentro de la administración de Trump, que en cierta medida explican sus inconsistentes declaraciones públicas, han complicado el camino a seguir. El Asesor de Seguridad Nacional, Mike Waltz, y el Secretario de Estado, Marco Rubio, abogan por desmantelar por completo el programa nuclear de Irán, mientras que los pragmáticos señalan la aceptación de un enriquecimiento monitorizado.
Irán, por su parte, busca garantías contra otra retirada de EE.UU. y un alivio de las sanciones que beneficie tangiblemente a su economía. «Todas las sanciones deben levantarse de una manera que beneficie al pueblo iraní», dijo el Viceministro de Relaciones Exteriores, Kazem Gharibabadi, el domingo.
A pesar de estos obstáculos, algunos analistas creen que el deseo mutuo de EE.UU. e Irán de evitar la guerra hace posible un eventual acuerdo. Seyed Hossein Mousavian, académico de la Universidad de Princeton y exnegociador iraní, identifica cinco puntos de convergencia: oposición mutua a las armas nucleares, aversión a la guerra, renuncia de EE.UU. a derrocar al liderazgo iraní, incentivos económicos y preferencia por la diplomacia.
En resumen, las negociaciones entre EE.UU. e Irán representan un delicado equilibrio entre intereses geopolíticos, seguridad nacional y diplomacia. El mundo observa con atención el desarrollo de estos diálogos, con la esperanza de que se alcance un acuerdo que garantice la estabilidad en una región tan volátil como Oriente Medio.