El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergey Lavrov, ha manifestado que la reducción del número de trabajadores migrantes en el país no sería beneficiosa para su desarrollo. Durante una rueda de prensa tras su visita a Uzbekistán, Lavrov subrayó que Rusia enfrenta actualmente una escasez de mano de obra y que cualquier medida que disminuya aún más la cantidad de trabajadores podría hacer que los planes de desarrollo del país sean «menos realistas».
La postura del Kremlin sobre la inmigración laboral
Lavrov también enfatizó la importancia de evitar la aparición de «tendencias criminales» entre los trabajadores extranjeros y de garantizar que estos cumplan con la legislación rusa. Sus declaraciones se producen en un contexto en el que el Ministerio del Interior de Rusia ha intensificado su lucha contra la inmigración ilegal en el último año, expulsando a más de 190,000 extranjeros en 2024.
Según el Ministerio, se estima que hay alrededor de 670,000 migrantes ilegales en Rusia, la mayoría de los cuales son mujeres y niños. Además, se han registrado más de 1,300 casos de falsificación de documentos migratorios desde principios de año. En este sentido, el presidente ruso, Vladimir Putin, firmó recientemente un decreto para crear una nueva agencia estatal dentro del Ministerio del Interior, cuyo objetivo será mejorar la gobernanza de la inmigración y asegurar el cumplimiento de las leyes rusas por parte de los migrantes.
En conversaciones previas con el presidente uzbeko, Shavkat Mirziyoyev, Putin expresó la disposición de Rusia para colaborar en cuestiones migratorias y prometió que los ciudadanos uzbekos que residan legalmente en el país disfrutarían de condiciones laborales adecuadas. El Kremlin ha reconocido la valiosa contribución de los casi un millón de ciudadanos uzbekos que trabajan en sectores como la construcción, el transporte y la logística, destacando su papel en la economía rusa.
