El uso del insulina como arma del crimen: un reto para la medicina forense
Cuando un medicamento vital como la insulina se convierte en un arma mortal, los profesionales médicos a menudo no están preparados para considerar que esta sustancia, difícil de detectar, haya sido utilizada para cometer un crimen. Esta afirmación proviene del doctor Paul Uribe, un patólogo forense que ha trabajado en diversos casos en Estados Unidos, incluyendo el reciente juicio de una farmacéutica de Virginia Occidental condenada por administrar una dosis letal a su esposo. Uribe señala que existen pocas pautas que orienten a los patólogos y médicos de urgencias sobre cómo abordar estos casos tan peculiares.
El doctor Uribe, quien anteriormente se desempeñó como examinador médico militar, ha consultado sobre múltiples muertes sospechosas relacionadas con la insulina, un medicamento que regula el azúcar en sangre en personas diabéticas. Según él, no es común que los médicos se encuentren ante un homicidio por insulina sin tener un sospechoso claro. «No vas a tropezar con un homicidio por insulina», afirma Uribe, subrayando la necesidad de buscar activamente este tipo de evidencias en casos de muertes inexplicables.
A pesar de que estos crímenes son raros, han ocurrido casos alarmantes en Estados Unidos. Por ejemplo, una enfermera en Pensilvania confesó haber intentado asesinar a 19 pacientes utilizando insulina en un período de tres años, resultando en la muerte de 17 de ellos. En el caso del hospital de veteranos de Virginia Occidental, una enfermera admitió haber asesinado a siete pacientes ancianos con insulina. Uribe advierte que la falta de protocolos claros para la identificación de muertes por insulina podría llevar a que muchos casos queden sin resolver, lo que resalta la necesidad urgente de implementar mejores directrices que ayuden a los médicos a reconocer estos patrones y actuar en consecuencia.
