
El reciente mandato del presidente Donald Trump ha generado un impacto significativo en la industria de la energía eólica en Estados Unidos. En su jornada de inauguración, Trump firmó una orden ejecutiva que detiene indefinidamente la concesión de permisos para nuevos proyectos de energía eólica terrestre en tierras federales, así como nuevos arrendamientos para parques eólicos en aguas costeras. Esta decisión no solo cumplió con su promesa de campaña de “no más aerogeneradores”, sino que también ha afectado a un sector que ya enfrentaba múltiples desafíos, como interrupciones en la cadena de suministro y un aumento de precios que ha alterado la economía de varios proyectos.
A pesar de estas dificultades, la industria de la energía eólica terrestre de Estados Unidos, que se ha desarrollado durante varias décadas, genera actualmente casi el 11% de la electricidad del país, superando incluso a la generación a partir del carbón en algunas ocasiones. En abril de 2024, la administración Trump implementó medidas para reforzar la minería y las plantas de energía de carbón, mientras que la infraestructura de energía eólica envejece, lo que ha dado lugar a nuevas oportunidades de negocio para los actores clave de la industria.
Repotenciación: una luz en el camino de la energía eólica
La repotenciación se presenta como un punto positivo en la industria eólica. Este proceso implica actualizar o reemplazar componentes clave de aerogeneradores envejecidos, como las palas y los rotores, con el objetivo de aumentar la producción de electricidad en hasta un 50%. En la actualidad, alrededor de 70 GW de capacidad eólica terrestre han sido completamente repotenciados en EE. UU., mientras que otros 12 GW han sido parcialmente repotenciados. Se estima que aproximadamente 10,000 aerogeneradores han sido dados de baja, y otros 6,000 se retirarán en la próxima década.
Las empresas como GE Vernova, Vestas y Siemens Gamesa están liderando el camino en este ámbito, reportando incrementos en sus ingresos en 2024 tras varios años de desempeño poco brillante. GE Vernova, por ejemplo, ha alcanzado el 56% del mercado de instalaciones eólicas terrestres en EE. UU., un claro indicador de su capacidad para adaptarse a las exigencias del mercado y de la demanda creciente de electricidad.
Un aspecto notable de la repotenciación es que permite a los operadores evitar la necesidad de adquirir nuevas tierras. Los aerogeneradores modernos son más grandes y eficientes, lo que significa que, en muchos casos, se requieren menos unidades para generar la misma o mayor cantidad de electricidad. Esto no solo representa un ahorro económico, sino que también minimiza el impacto ambiental asociado a la construcción de nuevas instalaciones.
Sin embargo, la industria también enfrenta obstáculos significativos. La oposición pública a los proyectos de energía renovable, impulsada por preocupaciones sobre el valor de las propiedades y la estética, puede complicar la implementación de nuevas iniciativas. A pesar de estos desafíos, empresas como RWE están avanzando con proyectos de repotenciación en Texas, que no solo contribuirán a satisfacer la creciente demanda de electricidad sino que también generarán miles de empleos en la construcción.
Adicionalmente, la industria de la energía eólica se está posicionando para aprovechar el reciclaje de componentes de aerogeneradores en desuso, una práctica que está ganando impulso. Este enfoque no solo es beneficioso desde el punto de vista ambiental, sino que también representa una oportunidad económica para la creación de nuevas industrias en el ámbito del reciclaje y la sostenibilidad.
A pesar de la moratoria sobre nuevos proyectos y las tensiones comerciales generadas por los aranceles a importaciones de acero y aluminio, el sector de la energía eólica terrestre ha demostrado una notable capacidad de adaptación. Con un enfoque en la repotenciación, la industria está bien posicionada para satisfacer el aumento proyectado en la demanda eléctrica, que podría crecer entre un 35% y un 50% para 2040, un reto que, como se ha mencionado, es comparable a la expansión de infraestructura que siguió al final de la Segunda Guerra Mundial.