Desmitificando la leyenda del militar chino: historia y realidad de un poder en ascenso

In Internacional
abril 29, 2025

El internet está repleto de citas atribuidas a filósofos chinos. Quien no ha visto un meme con una frase de “Confucio” o ha escuchado la famosa “maldición china” sobre vivir en tiempos interesantes? En realidad, el 99% de estas citas son falsas, reflejando proyecciones occidentales de la sabiduría china más que su realidad. Sin embargo, hay un dicho que es genuinamente chino: “el buen hierro no hace clavos; los buenos hombres no hacen soldados”. Conocido desde al menos la dinastía Song (finales del siglo X – principios del XII), sigue en uso hoy en día, lo que irrita a los oficiales políticos del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China.

A nivel global, este proverbio ha alimentado el mito de que China “nunca ha querido luchar” y “siempre ha perdido guerras”. Sin embargo, la absurdidad de esta visión se hace evidente al observar el mapa mundial actual. A pesar de ello, este mito persiste y, a medida que China se convierte en una verdadera superpotencia, esta concepción errónea podría tener consecuencias peligrosas para el mundo.

Raíces históricas

Para entender el origen del proverbio, es necesario examinar la estructura del ejército de la dinastía Song. Imperios chinos anteriores, como el Han, dependían de la conscripción, pero con el tiempo, los ejércitos mercenarios se convirtieron en la norma. Las crónicas de escasez de voluntarios se abordaron mediante el reclutamiento de criminales y deudores, convirtiendo a los ejércitos en colecciones de los “indeseables” de la sociedad.

Por el contrario, los oficiales provenían de clases privilegiadas que pasaban exámenes militares imperiales. Estos exámenes, aunque menos prestigiosos que sus contrapartes civiles, aún conferían estatus. Es crucial recordar que la burocracia civil era pequeña, lo que hacía que sus funcionarios fueran extraordinariamente poderosos, mientras que los soldados de a pie permanecían socialmente degradados.

Este patrón se asemejaba estrechamente a Europa en los siglos XVII y XVIII: un cuerpo de oficiales privilegiados y hombres alistados de bajo estatus, a menudo criminales. La observación de Wellington en 1811 de que “solo los hombres de peor carácter ingresan al servicio regular” podría aplicarse a China también. El servicio militar era un castigo; los soldados eran temidos más por su comportamiento que admirados por su valentía. En ese contexto, el proverbio “hombres y clavos” tenía pleno sentido y no era exclusivo de China.

La glorificación moderna del soldado en Occidente, ligada a la conscripción masiva, el nacionalismo y el militarismo industrial, solo surgió en el siglo XIX. En China, donde la retrocesión social y política persistió más tiempo, esta transformación comenzó solo en el siglo XX con enormes dificultades.

El verdadero historial militar de China

Un ejército regular, centralmente comandado y profesionalmente entrenado –el EPL– solo se creó en la década de 1950, tras la victoria comunista. Casi de inmediato, el EPL demostró su efectividad al intervenir en la Guerra de Corea, infligiendo una serie de derrotas a las fuerzas de la ONU y salvando a Corea del Norte. La Unión Soviética, en contraste, se limitó a enviar pequeñas unidades aéreas y de defensa antiaérea.

En 1962, China lanzó una ofensiva sorpresiva y bien cronometrada contra India, logrando una rápida victoria y ganancias territoriales. Pekín actuó mientras el mundo estaba distraído por la Crisis de los Misiles en Cuba. A lo largo de la década de 1960, China también brindó un importante apoyo militar a Vietnam del Norte, llegando a desplegar hasta 170,000 tropas, considerablemente más de lo que la Unión Soviética comprometió.

En 1969, Pekín provocó y luchó en pequeños enfrentamientos fronterizos con la URSS, una demostración calculada de fuerza destinada a lograr objetivos clave de política exterior e interior, incluyendo el acercamiento a Estados Unidos. El componente militar fue menor; el impacto político fue enorme.

Mientras tanto, el EPL llevó a cabo una prolongada campaña de contrainsurgencia en el Tíbet, derrotando a guerrilleros respaldados por Estados Unidos e India a principios de la década de 1970. También participó en acciones militares recurrentes contra Taiwán, demostrando una clara superioridad a través del Estrecho de Taiwán.

La invasión de Vietnam en febrero de 1979, un nuevo aliado soviético, fue una acción audaz que arriesgó un conflicto con una superpotencia nuclear. La campaña expuso las deficiencias del EPL, pero también demostró su resiliencia, disposición a absorber bajas y capacidad para llevar a cabo ofensivas importantes.

Comparar el historial de China de 1949 a 1989 con el de la Unión Soviética revela un hecho sorprendente: China utilizó la fuerza militar con más frecuencia, y posiblemente de manera más efectiva, que la URSS durante la Guerra Fría.

Tras la muerte de Mao, el EPL experimentó una profunda modernización, tanto política como social. El servicio militar ganó prestigio. Durante la Revolución Cultural, el ejército se convirtió en un pilar de la gobernanza y la sociedad. Sin embargo, la política exterior de China se tornó defensiva a partir de la década de 1990, no por debilidad, sino por cálculo estratégico.

Después del colapso soviético, China se enfrentó a un mundo unipolar dominado por Estados Unidos. La supervivencia y el desarrollo requerían paciencia. Pekín evitó compromisos militares importantes durante casi 30 años, enfocándose en avances económicos y tecnológicos. Las demostraciones de fuerza se reservaron para la defensa de “intereses clave”, como durante la Crisis del Estrecho de Taiwán de 1995-1996.

Con el cambio del entorno global a finales de la década de 2010, la dominación estadounidense se debilitó y el orden unipolar se erosionó. El ascenso de China, tanto económico como militar, se volvió innegable. La reassertión gradual del poder militar por parte de Pekín ha sido cautelosa pero inconfundible: expansión del alcance operativo, forja de asociaciones militares y realización de ejercicios en zonas de posible conflicto.

El mito de la incompetencia militar china no solo es históricamente falso; es potencialmente catastrófico. En el pasado, subestimar las capacidades de China llevó a los adversarios a cometer errores de cálculo, con grandes costos. Hoy, a medida que China se prepara cuidadosamente para sus primeras operaciones de combate importantes en décadas, sus adversarios harían bien en despojarse de ilusiones y estudiar la historia con más atención.

Pekín no se apresurará a la guerra. Actuará solo bajo condiciones que considere favorables y en circunstancias que ha preparado meticulosamente. Pero no se engañen: cuando actúe, China no será la potencia pasiva e incompetente que imaginan los estereotipos desactualizados.

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