
La alimentación de los lechones en sus primeras semanas de vida es crucial para su desarrollo y bienestar. En el sistema de producción porcina de Estados Unidos, los lechones que no reciben suficiente leche materna son «reubicados» en otras madres. Sin embargo, en la Unión Europea, se está adoptando una solución alternativa: alimentar a los lechones subalimentados con un sustituto de la leche, un método que imita los sistemas de alimentación utilizados en la investigación biomédica.
Un estudio innovador en Illinois
Un reciente estudio realizado en la Universidad de Illinois Urbana-Champaign aborda una cuestión aparentemente sencilla: ¿cuál es la mejor manera de alimentar a los lechones criados artificialmente? Esta investigación tiene implicaciones significativas no solo para la agricultura, sino también para la investigación biomédica, donde los cerdos se utilizan para estudiar diversos aspectos de la medicina humana. El trabajo será publicado en el Journal of Animal Science.
La autora principal del estudio, Kaitlyn Sommer, investigadora doctoral en el Departamento de Ciencias Animales, señala que el objetivo principal de esta investigación es cerrar la brecha entre los mundos agrícola y biomédico. Al probar diferentes estrategias de alimentación, los investigadores pueden comprender mejor cómo la nutrición durante las primeras etapas de vida de un lechón puede influir en su crecimiento, metabolismo, comportamiento y bienestar general.
En este estudio, 85 lechones fueron destetados a los dos días de vida y criados individualmente con un sustituto de leche nutricionalmente completo. La mitad de los lechones tuvo acceso libre al alimento (lo que se conoce como alimentación ad libitum), mientras que la otra mitad recibió dosis medidas en función de su peso corporal, imitando la frecuencia y cantidad de leche que recibirían de una madre. Durante los 15 días del estudio, el equipo registró desde el peso corporal de los lechones hasta la concentración de insulina, el comportamiento e incluso la composición de los tejidos blandos.
Los resultados fueron sorprendentes. Según Sommer, «los lechones alimentados ad libitum bebieron más leche en general y ganaron más peso». Sin embargo, no se encontraron diferencias significativas en la composición de los tejidos blandos entre los dos grupos al final del estudio. Los investigadores descubrieron que el contenido de grasa corporal y proteína muscular era comparable entre los lechones alimentados ad libitum y los que recibieron un régimen de alimentación prescrito. La principal distinción fue la velocidad de crecimiento.
Al comparar la cantidad de leche consumida en relación con su peso corporal, ambos grupos consumieron cantidades similares. Esto sugiere que los lechones alimentados ad libitum simplemente crecieron más rápido, posiblemente debido a diferencias en la producción de insulina.
Un hallazgo importante durante este estudio fue la concentración de insulina en el torrente sanguíneo de los lechones. «La insulina es fundamental para dirigir los aminoácidos, que son los componentes básicos de las proteínas», indica Ryan Dilger, autor senior del estudio y profesor de ciencias animales en Illinois. «Los lechones ingieren aminoácidos en forma de proteínas, y la insulina es responsable de dirigir estos aminoácidos hacia la construcción del músculo esquelético».
Sommer explica que los lechones del grupo alimentado ad libitum ingirieron comidas más grandes y menos frecuentes. Esto llevó a períodos prolongados en los que sus niveles de insulina estaban por encima del umbral necesario para desencadenar el crecimiento muscular. En contraste, los lechones en el régimen de alimentación prescrito comían comidas más frecuentes, pero en volúmenes más pequeños cada hora. Aunque este horario se asemeja más al proceso de liberación de leche de la madre, la concentración de insulina en estos lechones no siempre alcanzó el umbral anabólico, donde se produce el crecimiento muscular.
Además del crecimiento muscular y la concentración de insulina, el equipo también analizó cómo se movían los lechones en sus recintos. Utilizando cámaras de alta tecnología y sistemas de seguimiento automatizados, los investigadores pudieron analizar la ubicación preferida de los lechones.
Los lechones alimentados con el régimen prescrito pasaron más tiempo cerca del cuenco de leche y mostraron más comportamientos relacionados con la alimentación. Esto sugiere que el tiempo adicional que los lechones criados artificialmente pasan cerca del cuenco de alimentación y muestran comportamientos como el escarbar o el hocicar podría estar impulsado por su instinto natural de buscar y succionar en la ubre de la madre, una acción que se ha demostrado que fomenta la producción de leche.
En un segundo ensayo, se proporcionaron juguetes y toallas como enriquecimiento a los lechones, quienes se apegaron especialmente a ellos. «Les gustaba acurrucarse con ellos y se ponían molestos cuando los sacábamos para limpiarlos», comenta Sommer.
Aunque la imagen de un lechón acurrucado en una toalla puede parecer adorable, la ciencia detrás de ella es tanto práctica como aplicable. En la agricultura de producción, entender cómo el acceso a la leche afecta el comportamiento podría ayudar a reducir el riesgo de aplastamiento de los lechones. Los lechones más hambrientos pueden permanecer más cerca de la madre, aumentando su probabilidad de resultar heridos.
En el laboratorio, estos hallazgos pueden ayudar a los investigadores a perfeccionar los protocolos de alimentación artificial para los cerdos criados con el fin de mejorar la investigación biomédica. Esto es cada vez más importante, ya que los cerdos son a menudo utilizados como modelo para estudiar la nutrición y la salud humanas. Debido a sus similitudes genéticas con los humanos, los cerdos ofrecen perspectivas que ratones y otras especies no pueden proporcionar.
El estudio subraya cómo la forma en que alimentamos a los cerdos puede influir en todo lo que intentamos medir. «Cada estudio abre la puerta a nuevas preguntas», concluye Dilger. «Hay mucho más que aprender, pero cada pieza nos acerca a entender cómo las prácticas de manejo en las primeras etapas de vida pueden ayudar a los lechones a prosperar y comenzar su desarrollo de manera adecuada».