En marzo de 1972, la Unión Soviética lanzó la sonda Cosmos 482, destinada a explorar Venus. Sin embargo, la misión se vio frustrada cuando la etapa superior del cohete Soyuz se apagó prematuramente, dejando a la sonda atrapada en la órbita terrestre. Más de cinco décadas después, se ha anunciado que los restos de la Cosmos 482 están en camino de volver a entrar en la atmósfera terrestre, un evento que se espera ocurra alrededor del 9 o 10 de mayo.
Un regreso inesperado
El módulo de descenso de la Cosmos 482, diseñado para soportar las extremas condiciones de la atmósfera venusiana, podría experimentar un reingreso incontrolado a la atmósfera terrestre. Esta sonda, que pesaba aproximadamente 495 kilogramos, fue parte de un programa que logró enviar otros módulos exitosamente a Venus, como el Venera 8, que logró transmitir datos desde la superficie del planeta por más de 50 minutos antes de sucumbir a sus adversas condiciones.
La incertidumbre rodea el momento y el lugar exactos de la caída de los restos de la Cosmos 482, que, con una inclinación orbital de 51.7 grados, podría aterrizar en cualquier punto entre los 52 grados de latitud norte y sur. Investigadores como Marco Langbroek han estado monitorizando los restos de la sonda durante años y han desarrollado modelos que sugieren que, en caso de que el módulo de descenso logre sobrevivir al reingreso, se espera que impacte con una velocidad considerable, potencialmente entre 145 millas por hora (aproximadamente 65-70 metros por segundo).
Aunque el riesgo de que los restos causen daños es relativamente bajo, no es nulo. Langbroek ha comparado los riesgos de la caída con los de un impacto de meteorito, destacando que su tamaño y masa son similares a los de pequeños meteoritos que a veces alcanzan la superficie terrestre. Esta reentrada no solo es un recordatorio de las antiguas ambiciones espaciales, sino también de los desafíos que presenta el manejo de la basura espacial en la actualidad.
