
En la vasta extensión blanca que rodea a Churapcha, en el este de Siberia, el deshielo acelerado del permafrost está transformando el paisaje, provocando daños en las infraestructuras y liberando gases de efecto invernadero. Esta situación se ha vuelto cada vez más evidente en la región de Yakutia, donde han comenzado a aparecer pequeñas elevaciones conocidas como «bylars» en el idioma yakuto. Estas formaciones, que no superan el metro de altura y tienen una forma casi poligonal, son un claro indicativo del cambio climático en curso.
Según Nikita Tananayev, director del laboratorio climático en la Universidad Federal del Noreste, el deshielo del hielo subterráneo ha llevado a la formación de estas colinas, mientras que el suelo entre ellas se hunde a un ritmo alarmante. «Con el cambio climático, el hielo se está derritiendo más rápido», explica Tananayev, subrayando que las temperaturas en Yakutia han aumentado 1.5 grados Celsius en los últimos 30 años, llegando incluso a incrementarse hasta 2 grados en algunas áreas.
Impacto en el paisaje y la construcción
La transformación del paisaje no se limita a las zonas rurales; incluso en áreas urbanas de Yakutia, las moles de hielo han comenzado a manifestarse. Innokenty Poselsky, un residente de Churapcha, ha observado cómo su terreno, que anteriormente era plano y albergaba una pista de aterrizaje, ahora está surcado por alrededor de 20 mounds. «Durante las últimas cuatro décadas, el paisaje se ha vuelto irregular. Es así en todas partes aquí», comenta Poselsky.
La continua elevación de las temperaturas está afectando gravemente a las propiedades residenciales y comerciales. El 40% de los edificios construidos sobre permafrost presentan problemas de hundimiento y agrietamiento, lo que plantea serias preocupaciones para la seguridad estructural. La construcción en esta región requiere profundas cimentaciones en el permafrost, una práctica que se está volviendo cada vez más complicada debido al deshielo.
Los datos globales corroboran esta tendencia. Los últimos dos años, 2023 y 2024, se registraron como los más cálidos en más de 120,000 años, lo que plantea un desafío significativo no solo para la región de Yakutia, sino para el planeta en su conjunto. La dependencia de Rusia de los combustibles fósiles, siendo el quinto mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, contribuye a este fenómeno global.
Además de los efectos visibles en el entorno, el deshielo del permafrost también representa riesgos para la salud pública. La liberación de bacterias y virus, que han permanecido inactivos durante décadas, plantea nuevas amenazas. El caso de un brote de ántrax en 2016, que resultó en la muerte de un niño, es un ejemplo de las posibles consecuencias de este fenómeno. La bacteria, que había estado preservada en el hielo por más de 75 años, infectó a un rebaño de renos, lo que llevó a un alarmante despertar sobre los peligros del permafrost en descomposición.