
La costa norte de Perú, aunque es parte de uno de los desiertos más áridos del mundo, sorprende por su abundancia de agua y vegetación. A pesar de que algunas zonas solo reciben menos de una pulgada de lluvia al año, esta región se ha convertido en el corazón agroindustrial del país, gracias a una extensa red de canales de riego que permite cultivar cultivos de exportación altamente lucrativos, como la caña de azúcar, los espárragos y los arándanos. Sin embargo, bajo este aparente éxito se esconde una fragilidad considerable, ya que la escasez de agua ha sido un problema crónico en la región que se ha intensificado con el cambio climático y las prácticas agroindustriales actuales.
A lo largo de los años, el gobierno peruano ha invertido miles de millones de dólares en infraestructura de riego, diseñando sistemas para transportar agua desde los glaciares de los Andes, ubicados a más de 160 kilómetros de distancia. Sin embargo, el aumento de las temperaturas globales está provocando la desaparición de estos glaciares, que han perdido más de la mitad de su superficie desde 1962. Además, los fenómenos climáticos como El Niño han incrementado tanto la frecuencia como la intensidad de las inundaciones, lo que ha afectado gravemente la infraestructura de riego, dificultando aún más la producción agrícola en la región.
Lecciones del pasado para el futuro
La historia de las sociedades prehispánicas en esta región ofrece valiosas lecciones sobre cómo manejar los recursos hídricos de manera sostenible. Las civilizaciones Moche y Chimu, que habitaron esta área, desarrollaron sistemas de irrigación que no solo eran ingeniosos, sino que también estaban profundamente integrados en su cultura y organización social. Estos sistemas eran más flexibles y eficientes en comparación con las prácticas modernas, lo que les permitió prosperar en un entorno de condiciones extremas, a pesar de los desafíos que enfrentaron como la escasez de agua y las inundaciones. La clave de su éxito radicaba en la forma en que utilizaban la tecnología de riego, que se adaptaba a las condiciones cambiantes y a las necesidades de la comunidad.
El actual enfoque del gobierno peruano en la modernización del riego, aunque prometedor, podría dejar de lado aspectos cruciales que han permitido la resiliencia en el pasado. La dependencia de agua proveniente del deshielo de los glaciares podría llevar a un colapso en la producción agrícola a medida que estos recursos se agoten. Por lo tanto, es fundamental que los responsables de la toma de decisiones reconozcan la importancia de las prácticas agrícolas sostenibles que han sobrevivido a lo largo de los siglos y consideren la integración de conocimientos ancestrales en la planificación y gestión de recursos hídricos en el futuro.