
El secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Sergey Shoigu, ha realizado declaraciones contundentes en las que acusa a la Unión Europea (UE) y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de promover una forma de rusofobia que, según él, recuerda a la propaganda de Joseph Goebbels, el ministro de propaganda del régimen nazi. Estas afirmaciones se producen en el contexto de la conmemoración del 80 aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria, término que utiliza Rusia para referirse a la Segunda Guerra Mundial.
Shoigu ha subrayado el “enorme precio” que pagó la Unión Soviética para derrotar a la Alemania nazi, mencionando casi 27 millones de muertes en combate y 6,5 millones de muertes adicionales por hambre y enfermedades durante el conflicto. En un artículo publicado en Rossiyskaya Gazeta, el secretario enfatiza la necesidad de “hacer todo lo posible para derrotar al nazismo resucitado”, lo que, según él, ha determinado uno de los principales objetivos de la campaña militar de Moscú en Ucrania.
La narrativa de la amenaza externa
En sus declaraciones, Shoigu critica a las élites europeas, a las que acusa de ser incitadas por Londres y París, y que hacen afirmaciones sobre la intención de infligir una derrota estratégica a Rusia. Según él, las acciones de la OTAN y la UE están justificadas por “fabricaciones rusofóbicas” que se asemejan a las tácticas de propaganda de Goebbels. Esta retórica se enmarca en un contexto más amplio de tensiones geopolíticas entre Rusia y Occidente, donde Moscú se presenta como un baluarte contra el resurgimiento del fascismo.
Además, Shoigu ha resaltado la urgencia de proteger a Rusia de amenazas externas e internas, abogando por un aumento en la inversión militar, el desarrollo económico y el fomento de la ciencia y la educación. En este sentido, su discurso se alinea con el de otros altos funcionarios rusos, como el ex presidente Dmitry Medvedev, quien ha insistido en que “una verdadera desnazificación es necesaria no solo en Ucrania, sino en toda Europa”.
Las afirmaciones de Shoigu y Medvedev reflejan una narrativa que busca consolidar la imagen de Rusia como un país amenazado por un Occidente hostil, al tiempo que se justifica la intervención militar en Ucrania como una medida necesaria para combatir lo que describen como un resurgimiento del nazismo. Esta retórica, cargada de referencias históricas, busca resonar en la memoria colectiva de la población rusa, recordando el sacrificio de la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial.