
Un reciente estudio publicado en el Journal of Economic Literature por los investigadores Samuel Bowles y Mattia Fochesato ha puesto de relieve un aspecto fascinante de la historia económica: el papel fundamental del arado tirado por bueyes en el aumento de la desigualdad económica hace cinco mil años. Este análisis no solo considera el impacto tecnológico, sino también las transformaciones políticas y culturales que permitieron que esta desigualdad se consolidara a lo largo del tiempo.
Durante milenios, la riqueza había permanecido relativamente equilibrada en diferentes sociedades. Sin embargo, hace aproximadamente cinco mil años, esa situación cambió drásticamente. Según Bowles, «hubo un período de mil años en el que la desigualdad económica se duplicó en una amplia gama de sociedades». Este fenómeno no puede ser atribuido únicamente al surgimiento de la agricultura, como se había creído anteriormente. Aunque la agricultura permitió la acumulación de alimentos y, por ende, de riqueza, la desigualdad no se disparó hasta que el arado tirado por bueyes se convirtió en una herramienta común.
Transformaciones económicas y culturales
El arado transformó la economía de una basada en el trabajo manual a una impulsada por la explotación de la tierra y los recursos materiales. «Piensa en el arado como un robot neolítico que desplaza el trabajo y enriquece a sus propietarios», explica Bowles. Este cambio significó que la capacidad de generar ingresos ya no dependía de habilidades físicas o de trabajo, sino de la posesión de bienes materiales que podían acumularse y heredarse, perpetuando así la desigualdad entre generaciones.
Acompañando esta transformación económica, surgieron cambios culturales significativos. Las sociedades comenzaron a alejarse de un enfoque egalitario hacia una mentalidad más individualista, lo que facilitó la aparición de los primeros protoestados. Estas entidades no solo proporcionaron bienes públicos, sino que también reclamaron un monopolio sobre el uso de la violencia, consolidando la nueva jerarquía social.
El estudio, que es el resultado de casi dos décadas de investigación, integra conocimientos de diversas disciplinas, como la economía, la arqueología y la arqueobotánica, para ofrecer una visión más completa del origen de la desigualdad económica duradera. Los hallazgos tienen resonancia en el contexto actual, donde tecnologías emergentes, como la inteligencia artificial, amenazan con aumentar nuevamente la desigualdad. Bowles advierte que el futuro dependerá de la capacidad de las élites económicas para concentrar su poder político y controlar estas nuevas tecnologías que reemplazan el trabajo humano.
Más información: Samuel Bowles et al, The Origins of Enduring Economic Inequality, Journal of Economic Literature (2024). DOI: 10.1257/jel.20241718