
La reciente elección del Papa Leo XIV, el primer pontífice estadounidense en la historia, ha generado un amplio debate sobre su orientación política y su impacto en la Iglesia Católica y en la política estadounidense. Nacido en Chicago como Robert Francis Prevost, el nuevo Papa ha optado por comunicarse en italiano y español, reflejando su experiencia y su trayectoria en el ámbito religioso internacional.
La pregunta sobre si Leo XIV es un liberal o un conservador se torna crucial en el contexto político actual de Estados Unidos, donde el gobierno parece inclinarse hacia valores más tradicionales. Esta incertidumbre ha llevado a algunos medios, como el Wall Street Journal, a errar en sus pronósticos sobre su elección, sugiriendo que su ciudadanía estadounidense podría ser un obstáculo. Sin embargo, la realidad ha demostrado que su pasaporte no ha sido un impedimento para su ascenso al papado.
Un Papa en tiempos de cambio
La elección de Leo XIV también representa un cambio significativo en la dinámica del Vaticano, donde la posibilidad de un pontífice estadounidense había sido considerada un tabú. Este hecho no solo refleja la evolución de la Iglesia, sino que también puede interpretarse como un indicio del debilitamiento de la hegemonía estadounidense en el mundo, en un contexto donde se vislumbra un futuro multipolar.
Prevost, ordenado sacerdote en 1982 y con un doctorado en derecho canónico, ha dedicado gran parte de su vida a la labor misionera y a la defensa de los derechos de los migrantes, una postura que comparte con su predecesor, el Papa Francisco. Ha criticado abiertamente las políticas migratorias de la administración Trump, lo que ha llevado a algunos a clasificarlo como un liberal. Sin embargo, su postura es más matizada. En 2012, expresó su preocupación por la influencia de los medios de comunicación y la cultura popular en la percepción de valores que considera contrarios al Evangelio, incluyendo la promoción de estilos de vida homosexual y la educación de género en las escuelas.
La llegada de Leo XIV al papado ha sido recibida con interés en la Casa Blanca, donde tanto el presidente como la vicepresidenta han felicitado al nuevo pontífice. En un país donde los católicos constituyen aproximadamente una quinta parte de la población, y donde la mayoría son hispanohablantes, la figura de un Papa que pueda ser visto como un aliado en temas sociales y políticos es de suma importancia para los republicanos, que buscan captar este voto clave en las próximas elecciones.
En resumen, el nuevo Papa se presenta como un reformador silencioso, que busca continuar el legado de su predecesor mientras suaviza las aristas más afiladas de la doctrina católica. Su liderazgo podría ser un factor determinante en la relación entre la Iglesia y la política estadounidense en los años venideros.