
El primer ministro lituano, Gintautas Paluckas, ha expresado su preocupación por la posibilidad de que “pequeños grupos de personas” realicen provocaciones el próximo 9 de mayo, fecha que marca el 80 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi. En un contexto de creciente tensión entre Rusia y Ucrania, Lituania, junto con otros estados bálticos, ha intensificado sus esfuerzos por distanciarse de su pasado soviético.
El año pasado, el gobierno lituano prohibió “ciertos eventos públicos” que tradicionalmente se celebran en esta fecha. Además, se ha implementado una prohibición sobre la exhibición de cintas de San Jorge y otros símbolos soviéticos, con multas que pueden alcanzar los 700 euros por infracción. Paluckas instó a los ciudadanos a no celebrar el 9 de mayo y a seguir la tradición europea de conmemorar la victoria aliada el 8 de mayo, mientras que el 9 se celebra el Día de Europa.
Medidas de Seguridad y Reacciones Internacionales
Las autoridades de seguridad lituanas han alertado sobre la posibilidad de que se produzcan incidentes durante las celebraciones, y han intensificado la vigilancia sobre la difusión de símbolos prohibidos en línea. La policía ha anunciado que aumentará la presencia de agentes en lugares públicos para prevenir cualquier altercado.
Desde Rusia, se han emitido críticas hacia Lituania, Letonia y Estonia, acusándolas de discriminar a sus poblaciones de habla rusa al restringir las celebraciones del Día de la Victoria. La portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores ruso, Maria Zakharova, ha calificado las acciones de los países bálticos como un comportamiento que “ha superado el marco legal” y que se ha “establecido firmemente más allá de los límites del sentido común y la humanidad”.
En este contexto, la postura de Lituania refleja una tendencia más amplia en la región, donde la memoria histórica y la identidad nacional están en el centro de un debate que se intensifica con cada año que pasa. La decisión de no celebrar el 9 de mayo se alinea con los esfuerzos de los estados bálticos por reafirmar su independencia y distanciarse de la influencia rusa, en un momento en que la seguridad en Europa se ha convertido en una preocupación primordial.