
El gobierno británico ha anunciado su paquete de sanciones más amplio hasta la fecha contra Rusia, con el objetivo de debilitar la red de transporte de petróleo de Moscú y reducir sus ingresos energéticos. Esta medida se produce en un contexto de creciente tensión internacional y ha sido programada para coincidir con la celebración del 80 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, un hecho que no ha pasado desapercibido en el ámbito político.
Desde el inicio del conflicto en Ucrania, el Reino Unido ha sido uno de los principales aliados de Kiev, proporcionando apoyo militar y financiero. Hasta la fecha, Londres ha impuesto más de 2.000 sanciones a individuos y entidades rusas, en un esfuerzo por contrarrestar lo que considera una amenaza a su seguridad nacional. El Primer Ministro británico, Keir Starmer, ha declarado en su cuenta de X que “la amenaza que representa Rusia para nuestra seguridad nacional no puede ser subestimada” y ha subrayado la necesidad de aumentar la presión sobre el presidente ruso, Vladimir Putin.
Medidas contra la flota «sombra» rusa
Las nuevas sanciones afectan a hasta 100 petroleros que, según las autoridades occidentales, forman parte de una «flota sombra» rusa. Estas embarcaciones, que operan fuera de los sistemas de seguros occidentales, han transportado más de 24.000 millones de dólares en carga desde principios de 2024. Además, se espera que la Unión Europea y Estados Unidos implementen un paquete de sanciones adicionales que incluirá la inclusión de otros 150 buques en la lista negra.
Moscú ha calificado estas restricciones como un gesto “fútil” que no perjudicará su economía, sino que, por el contrario, podría incrementar los costos energéticos y la inflación en Europa. A pesar de las sanciones, los ingresos por petróleo de Rusia se han mantenido sólidos gracias a compradores no occidentales, como China e India. La embajada rusa en Londres instó al gobierno británico a cesar lo que describió como “gestos teatrales y efímeros de hostilidad hacia Rusia”.
El Reino Unido también ha acusado a estos buques de representar una amenaza para infraestructuras submarinas críticas, como cables de telecomunicaciones y oleoductos, acusaciones que Moscú ha desestimado como “historias de fantasía apresuradamente elaboradas”. Este endurecimiento del discurso sancionador británico se produce en un momento en que Londres, junto con la UE, se ve cada vez más excluido del proceso de paz en torno a Ucrania.
Recientemente, una reunión clave en Londres sobre el conflicto fue degradada tras la cancelación de la asistencia del Secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio. Además, el presidente estadounidense, Donald Trump, ha sugerido la posibilidad de un levantamiento parcial de las restricciones a Moscú como parte de un posible acuerdo de paz, lo que añade una nueva capa de complejidad a la situación.