
En un arroyo cerca de Leicester, en el centro de Inglaterra, un grupo de seis voluntarios trabaja con empeño para reforzar estructuras de madera diseñadas para combatir la creciente amenaza de inundaciones. Este esfuerzo se produce en un contexto donde la ciudad, al igual que muchas otras en el Reino Unido, ha sufrido daños significativos debido a eventos de lluvia intensa en los últimos años.
Conscientes del cambio climático, que intensifica estos fenómenos, las autoridades locales están fortaleciendo sus defensas y optando por soluciones más respetuosas con el medio ambiente. En el lecho del Saffron Brook, un afluente del río Soar que atraviesa Leicester, los voluntarios aseguran que los paquetes de madera estén firmemente anclados. Estas estructuras, que crean curvas en el cauce del río, buscan modificar su comportamiento y ralentizar el flujo de agua en tramos donde actualmente discurre «recto y muy rápido», explica Dan Scott, responsable del programa en el Trent Rivers Trust, una organización local dedicada a la protección de los ríos.
Este enfoque complementa las defensas tradicionales contra inundaciones, como los embalses y los canales, que están cada vez más sometidos a presión. Según Scott, estas técnicas ayudan a almacenar agua en las zonas altas, de manera que las defensas tradicionales no se vean abrumadas, y si lo son, la situación no se agrava tan rápidamente.
Un problema urgente
Más de 6,3 millones de propiedades en el Reino Unido están en riesgo de inundaciones, cifra que podría aumentar a más de ocho millones para 2050, según un reciente informe gubernamental. «Las inundaciones son un problema social realmente urgente», afirma Steven Forest, director del Programa de Gestión del Riesgo de Inundaciones en la Universidad de Hull. En 2022, los eventos climáticos resultaron en pagos por seguros en el Reino Unido que superaron los 400 millones de libras (532 millones de dólares), alcanzando más de 570 millones en 2023 y 2024, de los cuales la mitad estuvo relacionada con inundaciones.
Más allá de las defensas tradicionales, «necesitamos pensar en cómo convivir con el agua e integrar el agua en nuestros espacios urbanos», añade Forest. Cita como ejemplos a los Países Bajos, que reservan espacio para que los ríos drenen durante fuertes lluvias, y a Estados Unidos, donde se crearon «zonas de amortiguamiento» con vegetación tras el huracán Sandy en 2012. «Encerrar» los cauces con infraestructuras diversas ya no es suficiente, especialmente considerando que el 7% de estas estructuras fueron evaluadas como «en mal estado» o «muy mal estado» por la Agencia de Medio Ambiente del Reino Unido en 2022.
Convencer a los residentes y a las autoridades sobre la efectividad de estas soluciones naturales no es siempre tarea fácil. «A menudo, es necesario explicar que, aunque no hemos construido una solución concreta, eso no significa que no vaya a ser efectiva», señala Scott. También es fundamental reeducar a los responsables gubernamentales, ya que es más sencillo para ellos presentar algo físico y notable dentro del paisaje.
Los desarrollos tradicionales han acaparado la mayor parte de los 2.600 millones de libras anunciados por el gobierno en marzo para financiar nuevos sistemas de defensa contra inundaciones en los próximos dos años. Sin embargo, Scott menciona un creciente interés en la gestión natural de inundaciones en los últimos cinco años, con un programa de 25 millones de libras lanzado el año pasado por el gobierno anterior. Como resultado, Leicester podrá desarrollar varias vías acuáticas al sureste de la ciudad, y se han seleccionado 35 proyectos adicionales en Inglaterra.
Lis Gibbs, una voluntaria de 50 años, reflexiona sobre su trabajo en Saffron, afirmando que «se siente como si realmente pudieras marcar la diferencia», en contraste con el cambio climático en general, que «puede resultar realmente abrumador».