
Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Pensilvania ha arrojado luz sobre las barreras que impiden a las personas actuar frente al cambio climático, a pesar de que la mayoría reconoce su existencia. La investigación, liderada por Alyssa Sinclair, postdoctoranda en el Laboratorio de Neurociencia de la Comunicación de la Escuela Annenberg, revela que muchos individuos tienen dificultades para conectar el problema del clima con su vida cotidiana, lo que se traduce en una falta de acción.
Según Sinclair, las razones de esta desconexión son múltiples: la dificultad para ver la relevancia del cambio climático en su entorno, la tendencia a centrarse en las consecuencias inmediatas en lugar de las futuras, y la percepción de que sus acciones individuales no tienen un impacto significativo. Este estudio se enmarca dentro de un esfuerzo más amplio por entender cómo motivar a las personas a actuar en favor del medio ambiente.
Intervenciones efectivas para motivar la acción climática
Los investigadores llevaron a cabo un «torneo de intervenciones» con la participación de 7,624 adultos en Estados Unidos, donde se pusieron a prueba 17 estrategias diseñadas para superar los obstáculos mencionados. Los resultados mostraron que las intervenciones que ayudaban a las personas a imaginar un futuro negativo como consecuencia de la inacción climática, así como la redacción de cartas para que los niños las leyeran en el futuro, fueron las más efectivas para fomentar la acción.
Además, se destacó que explicar la relevancia del cambio climático y su impacto en las personas cercanas era fundamental para motivar a los individuos a compartir artículos y peticiones en redes sociales. Por otro lado, estrategias que se enfocaban en la eficacia de la respuesta, aunque aumentaron la percepción del impacto de las acciones proambientales, no lograron inspirar un cambio de comportamiento consistente.
El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, no solo se limita a identificar qué métodos son más efectivos, sino que también pone de relieve estrategias ineficaces, como la simple información sobre la reducción de la huella de carbono, que no generó un aumento significativo en la intención de actuar.
Los autores del estudio subrayan la necesidad de adaptar sus hallazgos a herramientas interactivas en línea y colaborar con museos y periodistas ambientales para dar a conocer las intervenciones más efectivas. La investigación también plantea la posibilidad de que sus resultados sean aplicables en otros ámbitos, como la promoción de comportamientos saludables o el fomento del compromiso cívico.
Este enfoque interdisciplinario y la colaboración entre diferentes áreas de conocimiento son esenciales para abordar el desafío del cambio climático de manera integral, tal como se refleja en la estrategia de la universidad para fomentar una respuesta proactiva y coordinada ante esta crisis global.