
Las aplicaciones de citas han revolucionado la forma en que las personas encuentran pareja. Sin embargo, recientes datos sugieren que su popularidad está en declive. En el último año, cuatro de las principales aplicaciones de citas en el Reino Unido han perdido más de un millón de usuarios en conjunto. Este fenómeno se debe, en gran parte, a la frustración y el aburrimiento que sienten los usuarios con el emparejamiento digital.
La frustración suele ser consecuencia del comportamiento inconsiderado de otros usuarios, mientras que el aburrimiento se origina en la creciente percepción de que la inteligencia artificial utilizada por estas aplicaciones prioriza métricas de compromiso a corto plazo en lugar de conexiones significativas.
Este cambio marca una diferencia notable con respecto a los sitios de citas en línea más antiguos, que eran más transparentes sobre sus métodos para establecer conexiones auténticas, a menudo a través de cuestionarios de compatibilidad o evaluaciones de personalidad detalladas. Por ejemplo, OkCupid.com, fundado en 2004, formulaba a los usuarios una amplia gama de preguntas de opción múltiple y les permitía especificar las respuestas que deseaban ver en sus posibles parejas.
Causas de la desilusión
En contraste, las aplicaciones de citas actuales se apoyan cada vez más en una inteligencia artificial menos transparente, que parece basarse en métricas de compromiso simplistas, como el número de deslizamientos, la frecuencia de mensajes y el tiempo de uso de la aplicación. Como resultado, los usuarios a menudo se enfrentan a conexiones vagas y efímeras que no derivan en relaciones significativas. El modelo de negocio de estas aplicaciones, que se centra en la venta de visibilidad y acceso a coincidencias, dificulta aún más la posibilidad de encontrar lo que realmente buscan los usuarios.
Este escenario genera un ciclo de insatisfacción que se puede dividir en cuatro etapas. La primera etapa es lo que se denomina un «ciclo de aburrimiento». La apatía general lleva a muchos a usar la aplicación, pero las conversaciones resultantes suelen ser intercambios poco inspiradores, lo que alimenta un sentimiento de aburrimiento que se extiende a toda la red de usuarios.
La segunda etapa es una decepción generalizada, donde los usuarios se sienten desilusionados por la falta de compromiso, experimentando situaciones de «ghosting» (corte de comunicación sin aviso) y «flaking» (cancelación de citas a último momento), así como mensajes monótonos que no conducen a encuentros reales.
La tercera etapa se manifiesta en una «cínica algorítmica». Los usuarios comienzan a desconfiar de los algoritmos de las aplicaciones, sospechando que su principal función es incentivar la compra de ciertas características en lugar de facilitar conexiones genuinas. Finalmente, la cuarta etapa es la «fatiga comunicativa», donde los usuarios realizan acciones de deslizar y enviar mensajes sin entusiasmo, sintiendo que no hay mejores alternativas. Este proceso se convierte en una experiencia vacía que, en última instancia, aleja a muchos de estas plataformas.
A pesar de esta desilusión, la búsqueda de conexiones a través de plataformas de citas continúa, ya sea para relaciones casuales o serias. El problema parece no radicar en las citas digitales en sí, sino en la forma en que la industria utiliza la inteligencia artificial. Investigaciones recientes sugieren que cuando las personas interactúan con un sistema de inteligencia artificial imperfecto, pero reciben retroalimentación clara sobre sus propios patrones de comportamiento y cómo la IA responde, pueden ayudar a corregir errores. Este enfoque, aplicado a las citas, podría ofrecer una alternativa viable.
Las aplicaciones de citas podrían beneficiarse de proporcionar a los usuarios información personalizada sobre cómo los algoritmos responden a su actividad. Actualmente, los usuarios pueden ajustar ciertos filtros, como edad, ubicación y etnicidad, pero la inteligencia artificial también crea «preferencias reveladas» basadas en patrones de interacción, lo que puede limitar indebidamente su campo de posibilidades.
Por ejemplo, si un usuario está interesado en personas de un amplio rango de edad, la aplicación podría seguir recomendando perfiles de un grupo etario más restringido, basándose en deslizamientos anteriores. Este tipo de limitaciones ha suscitado preocupaciones entre los usuarios sobre la capacidad de la inteligencia artificial para ampliar su grupo de posibles citas.
Así, una visión cínica de los algoritmos de las aplicaciones de citas se convierte en una de las razones clave por las que algo tan potencialmente emocionante como encontrar pareja se vuelve tedioso. Abordar este problema mediante la explicación de cómo la IA interpreta el uso de la aplicación podría ser un valioso argumento de venta. Permitir a los usuarios ajustar otros filtros, además de los demográficos, relacionados con sus valores e intereses, podría también aumentar su interés. Esto representaría un retorno a los principios de emparejamiento más transparentes de los sitios de citas anteriores, pero con la ventaja de la tecnología más reciente.
Los usuarios de aplicaciones de citas, cada vez más exigentes, demandarán mayor transparencia y una experiencia general mejorada. El futuro de esta industria puede depender de su capacidad para desplazar el enfoque de métricas impersonales de compromiso hacia el fomento de conexiones auténticas.