
La Universidad de Harvard ha estado en el centro de una revelación histórica tras el descubrimiento de un raro ejemplar de la Magna Carta, que se creía una simple copia. Durante décadas, esta universidad asumió que poseía un documento deteriorado y de bajo valor, adquirido por menos de 30 dólares. Sin embargo, investigadores han determinado que se trata de una versión del año 1300, emitida por el rey Eduardo I de Inglaterra, dotada de un valor incalculable.
La Magna Carta, firmada en 1215, estableció el principio fundamental de que el rey está sujeto a la ley y ha sido un pilar en la construcción de constituciones a nivel mundial. Hasta el momento, se conocían cuatro copias originales y se pensaba que solo existían seis copias del ejemplar de 1300. El profesor David Carpenter, de King’s College London, expresó su asombro al descubrir un documento de tal relevancia histórica. Su búsqueda, realizada en el sitio web de la biblioteca de Harvard en diciembre de 2023, dio como resultado un hallazgo que podría cambiar la percepción sobre este antiguo texto.
Confirmación de la autenticidad del documento
Para verificar la autenticidad de la copia, Carpenter se unió al profesor Nicholas Vincent, de la Universidad de East Anglia. Utilizando tecnología avanzada como la luz ultravioleta y la imagen espectral, pudieron examinar los detalles de un documento que había permanecido en la penumbra del conocimiento académico. Compararon la escritura y las dimensiones con otros ejemplares de 1300, lo que les permitió confirmar que se trataba de una versión auténtica de la Magna Carta.
El documento, a pesar de su estado de deterioro, tiene un valor estimado en millones de dólares, aunque Harvard no tiene planes de venderlo. Un ejemplar de 1297 se subastó en 2007 por más de 21 millones de dólares, lo que evidencia el alto interés y el valor que poseen estos textos históricos.
Además de su autenticidad, el viaje que llevó a esta copia a la universidad también es intrigante. Vincent logró rastrear su historia hasta el antiguo municipio parlamentario de Appleby, en Westmorland, Inglaterra. Harvard adquirió la copia en 1946 de un librero londinense, pero estaba erróneamente fechada como si fuera de 1327. Se descubrió que este documento fue enviado a una casa de subastas en 1945 por un aviador de la Primera Guerra Mundial, Forster Maynard, quien heredó los archivos de dos destacados activistas contra la trata de esclavos.
El profesor Vincent se mostró optimista sobre la posibilidad de encontrar documentación adicional que confirme la conexión entre este ejemplar y el legado de los Clarkson, lo que añadiría una capa más a la rica historia de la Magna Carta.
Los académicos Carpenter y Vincent planean visitar Harvard en junio para observar el documento en persona, subrayando su relevancia en un contexto contemporáneo donde la universidad se enfrenta a un creciente control gubernamental. Según Vincent, este hallazgo se produce en un momento en que se cuestiona la autonomía de Harvard, lo que resuena con los principios de libertad individual que la Magna Carta defiende.
El legado de la Magna Carta no solo se limita al pasado. Este documento ha influido en la fundación de los Estados Unidos y ha sido incorporado en la legislación de varios estados. Amanda Watson, asistente del decano de la biblioteca de la Facultad de Derecho de Harvard, destacó la importancia de que este documento inspire a nuevas generaciones a reflexionar sobre la libertad individual y el autogobierno.