
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha acusado a Sudáfrica de llevar a cabo una campaña de «genocidio» contra su minoría blanca, lo que ha llevado a la Casa Blanca a instruir a las agencias federales a suspender los preparativos para la cumbre del G20 que se celebrará en Johannesburgo. Esta decisión se produce en un contexto de creciente tensión entre el mandatario estadounidense y el gobierno sudafricano, tras la aprobación de una ley que permite la expropiación de tierras sin compensación, medida que afecta principalmente a los agricultores blancos.
Reacciones y contexto internacional
Según un informe de The Washington Post, Trump ha amenazado con boicotear la reunión del G20, programada para noviembre, en respuesta a lo que considera una persecución injusta hacia los blancos en Sudáfrica. En declaraciones a la prensa, el presidente estadounidense afirmó que «los agricultores blancos están siendo brutalmente asesinados y sus tierras confiscadas en Sudáfrica, y los periódicos y los medios no hablan de ello».
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, ha rechazado las acusaciones de genocidio, calificándolas de «narrativa completamente falsa». Ramaphosa ha expresado su disposición a reunirse con Trump para discutir el asunto y aclarar la situación. La reforma agraria en Sudáfrica, que busca corregir las desigualdades en la propiedad de la tierra heredadas del apartheid, ha atraído la atención internacional y ha generado un debate acalorado sobre la justicia social y los derechos de propiedad.
En un giro notable, el Departamento de Estado de EE. UU. ha dado la bienvenida a aproximadamente 50 miembros de la minoría blanca sudafricana que se encuentran en el país como solicitantes de asilo. Trump ha prometido proporcionarles refugio y acelerar su proceso de naturalización, lo que ha suscitado críticas y preocupaciones sobre las implicaciones de estas políticas en el contexto de las relaciones raciales y la política migratoria estadounidense.