Tom Cruise continúa demostrando su maestría en el cine con un repertorio de acrobacias y escenas de acción que han dejado a la audiencia asombrada. A sus 62 años, el actor se ha consolidado como el último gran ícono del cine, reconocido por su dedicación a las acrobacias de alto riesgo en la saga de Mission: Impossible. Sin embargo, su carrera no ha estado exenta de controversias, especialmente si se remonta a 2005, un año que marcó un punto de inflexión en su imagen pública.
Recientemente, el estreno de M:I 8 ha generado un gran revuelo en redes sociales y medios de comunicación, resaltando la energía que Cruise aporta a su personaje y las impresionantes acrobacias que realiza. A pesar de que las críticas han señalado un guion algo «soso y desarticulado», el carisma y entrega del actor han sido elogiados ampliamente. Su compromiso con las acrobacias, que él mismo ha realizado en su mayoría, ha sido destacado como un rasgo distintivo que lo diferencia de otros actores contemporáneos.
El director de M:I 8, Christopher McQuarrie, quien ha trabajado con Cruise en varias ocasiones, ha comentado sobre la ética de trabajo del actor, quien se presenta siempre como el primero en llegar al set y el último en irse. Esta dedicación, junto con su disposición a realizar acrobacias peligrosas, ha llevado a muchos a considerarlo el «mejor doble de riesgo del mundo», según palabras de Sean Penn.
A pesar de su éxito actual, Cruise vivió una etapa tumultuosa en 2005, durante la promoción de War of the Worlds. En ese tiempo, su comportamiento errático, incluido un famoso episodio en el programa de Oprah Winfrey donde saltó sobre el sofá, generó una ola de críticas que afectaron severamente su imagen pública. Además, su decisión de hablar abiertamente sobre su fe en la Cienciología y sus polémicas declaraciones sobre la salud mental llevaron a un notable descenso en su popularidad.
Cruise no solo ha trabajado en su imagen, sino que ha aprendido a manejar la prensa con una estrategia más calculada. Hoy en día, evita hablar de su vida personal y se centra en su trabajo y en el proceso de filmación. Esto se ha traducido en un regreso a la cima de la popularidad, especialmente después del éxito de Top Gun: Maverick, que revitalizó su carrera y le permitió recuperar la admiración del público.
Su enfoque actual en el marketing y las acrobacias prácticas se considera una respuesta a la era del cine de superhéroes dominada por los efectos especiales. Cruise se presenta como un embajador del cine tradicional, destacando su preferencia por las experiencias cinematográficas genuinas que no dependen de la tecnología digital.
El reciente éxito de Cruise ha sido un testimonio de su capacidad para adaptarse y reinventarse en un entorno cinematográfico que ha cambiado drásticamente en las últimas dos décadas. Hoy, los expertos en relaciones públicas lo consideran un maestro en el manejo de su imagen, con un enfoque que prioriza su trabajo y las acrobacias que realiza, dejando de lado temas personales y controversias pasadas.
