
Euronews ha tenido la oportunidad de conversar con Ruslana Lyzhychko, la primera ganadora de Eurovisión de Ucrania, quien ha trazado un camino notable que la ha llevado desde los escenarios hasta las barricadas de la Plaza Maidan, los pasillos del parlamento ucraniano y de vuelta al mundo de la música. En esta charla, Ruslana comparte recuerdos de su carrera y sus impresiones sobre los participantes de la presente edición del concurso musical europeo.
Ruslana se hizo famosa en 2004, cuando su canción «Wild Dances» no solo le otorgó el primer puesto en el festival de Eurovisión, sino que también se convirtió en un símbolo del espíritu de resistencia de su país durante la Revolución Naranja. Esta experiencia la llevó a involucrarse activamente en la vida política y social de Ucrania, donde ha defendido los derechos humanos y la democracia, convirtiéndose en una voz prominente en su nación.
La artista ha manifestado su admiración por los jóvenes talentos que emergen en el festival de Eurovisión, destacando su capacidad para transmitir mensajes de esperanza y unidad a través de la música. Para Ruslana, Eurovisión trasciende el ámbito del entretenimiento; es una plataforma que permite a los artistas abordar temas sociales y políticos, algo que ella misma ha hecho a lo largo de su carrera.
En la conversación, Ruslana también reflexiona sobre el impacto que ha tenido su victoria en Eurovisión en la percepción internacional de Ucrania. La música, según su opinión, juega un papel crucial en la construcción de la identidad nacional y en la promoción de la cultura ucraniana en el extranjero. Su mensaje es claro: la música tiene el poder de cambiar realidades y de unir a las personas, especialmente en tiempos de crisis.
A medida que se acerca el festival de Eurovisión de este año, Ruslana no solo espera ver actuaciones destacadas, sino que también aboga por un enfoque que enfatice la paz y la solidaridad entre los países participantes. Para ella, la música puede ser un puente que conecte a las naciones, uniendo corazones y mentes en un contexto donde las divisiones son cada vez más evidentes.
Así, la trayectoria de Ruslana Lyzhychko se convierte en un ejemplo de cómo el arte y el compromiso social pueden entrelazarse, produciendo un impacto significativo no solo en el ámbito cultural, sino también en el tejido social y político de su país.