
La formación de los planetas del sistema solar: ¿son más antiguos los que están más cerca del Sol?
La formación de nuestro sistema solar comenzó hace aproximadamente 4,5 mil millones de años con la creación del Sol, un proceso que dio lugar a un disco protoplanetario de gas y polvo. A partir de este disco, los planetas comenzaron a formarse a medida que las partículas de gas y polvo se unían, un fenómeno conocido como acreción. Este proceso permitió que diminutas partículas se agruparan y, con el tiempo, se convirtieran en cuerpos de mayor tamaño, desde rocas del tamaño de una pelota de béisbol hasta objetos tan grandes como los planetas que conocemos hoy.
Los planetas más cercanos al Sol, como Mercurio, Venus, Tierra y Marte, se formaron en un entorno que ofrecía menos material para la creación de planetas. En contraste, los planetas gigantes como Júpiter y Saturno, que se localizaron más allá de lo que se conoce como la línea de hielo, tenían acceso a una mayor cantidad de gas y hielo, lo que facilitó su formación más rápida y extensa. Así, se considera que Júpiter y Saturno son los primeros planetas en haberse formado, mientras que los planetas interiores tomaron un tiempo significativamente mayor en completar su desarrollo.
Además, las interacciones gravitacionales entre los planetas también jugaron un papel crucial en la configuración final de nuestro sistema solar. Júpiter, en particular, migró hacia el interior del sistema solar, alterando las órbitas de otros cuerpos celestes y contribuyendo a la ubicación de los planetas interiores en la llamada «zona habitable». Este ajuste orbital fue fundamental para permitir que la Tierra, por ejemplo, se encontrara en la distancia adecuada del Sol para albergar agua líquida y, por ende, la vida tal como la conocemos. En este contexto, se establece que los planetas más cercanos al Sol son, en realidad, los más jóvenes en términos de formación, lo que desafía la noción intuitiva de que la proximidad al Sol podría correlacionarse con una mayor antigüedad.