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Descubren un antiguo cetáceo patagónico que podría haber sido un depredador activo

In Sin categoría
mayo 20, 2025

Un reciente estudio publicado en la revista Papers in Palaeontology ha reanalizado el único espécimen conocido de Idiorophus patagonicus, un cetáceo del Mioceno temprano encontrado en la Patagonia argentina. Este trabajo, titulado «Despertando la ballena esperma dormida de Patagonia: una nueva descripción del Idiorophus patagonicus (Odontoceti, Physeteroidea)», proporciona valiosas perspectivas sobre la evolución de las ballenas esperma, su tamaño corporal y su comportamiento alimentario.

El fósil fue inicialmente descrito por Richard Lydekker en 1893 con el nombre científico de Physodon patagonicus. Sin embargo, debido a que el nombre Physodon ya había sido utilizado para otros restos en Italia y para tiburones, en 1905 se sugirió un nuevo nombre por Abel. Este nombre fue Scaldicetus, que posteriormente se convirtió en un taxón «cubo de basura» para especies que no encajaban en ningún otro grupo taxonómico. Finalmente, Kellogg asignó el nombre Idiorophus en 1925.

Un vistazo a la evolución de las ballenas esperma

El espécimen de I. patagonicus fue recuperado en la Formación Gaiman del Mioceno temprano, datando de hace aproximadamente 20 millones de años, en Cerro Castillo, frente a Trelew, Argentina. De las numerosas especies de ballenas esperma (Physeteridae) que existieron durante el Mioceno, solo tres sobreviven en la actualidad: Physeter macrocephalus (la ballena esperma gigante), Kogia sima (la ballena esperma enana) y Kogia breviceps (la ballena esperma pigmea).

La revisión anatómica y taxonómica del espécimen de I. patagonicus ha revelado varios hallazgos nuevos. Se trataba de un subadulto que medía entre 5 y 6 metros de longitud y, según el análisis filogenético, no estaba estrechamente relacionado con ninguna otra especie de Physeteridae en la región. Además, podría haber sido una de las primeras especies de physeterids o incluso el ancestro de todas las ballenas esperma.

El rostrum (hocico) del I. patagonicus ha aportado información crucial sobre sus hábitos alimentarios. Según la doctora Florencia Paolucci, «las características ecomorfológicas de Idiorophus apuntan a un estilo de vida bastante diferente al de las ballenas esperma modernas. Probablemente era un depredador activo de peces grandes y, posiblemente, algunas aves marinas, mientras que las ballenas esperma actuales se alimentan principalmente de cefalópodos o pequeños peces mediante la succión».

Sin embargo, la investigación sobre este cetáceo presenta limitaciones. La doctora Paolucci señala que «la mayoría de los rasgos relacionados con el comportamiento de buceo en los cetáceos vivos se encuentran en tejidos blandos, los cuales no se preservan en los fósiles». Aunque en algunos casos se pueden obtener pistas sobre las capacidades de buceo a partir del básico cráneo, este no se ha conservado en el caso de Idiorophus.

A pesar de los avances logrados, persisten muchas preguntas sin respuesta sobre I. patagonicus. La doctora Paolucci reconoce las limitaciones de su investigación: «Desafortunadamente, no tengo respuestas claras aún, y es difícil sacar conclusiones basadas en un solo espécimen. Sabemos la edad del fósil gracias a los sedimentos circundantes, que indican una antigüedad del Mioceno temprano».

En cuanto a la extinción de esta especie, Paolucci menciona que «hemos estado trabajando con ballenas esperma desde una perspectiva más global, analizando ejemplares de otras regiones y períodos de tiempo diferentes». Las hipótesis sobre su desaparición son variadas, desde cambios climáticos globales que pudieron alterar la dinámica oceánica y la disponibilidad de presas, hasta la competencia con otros mamíferos marinos, como los delfines. Sin embargo, los recortes recientes en la financiación de la ciencia y la tecnología en Argentina, bajo el gobierno de Javier Milei, dificultan las perspectivas para futuras investigaciones.

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