La reciente confrontación militar entre India y Pakistán ha puesto de relieve la importancia de las tecnologías de defensa, en particular las de origen ruso, en el desarrollo de estrategias militares modernas. La operación Sindoor, lanzada por Nueva Delhi como respuesta a un ataque terrorista en Kashmir el 22 de abril, ha marcado un hito en la historia de ambos países, siendo la primera vez que dos potencias nucleares se enfrentan abiertamente en un conflicto militar.
Ambos países han aprendido lecciones del conflicto entre Rusia y Ucrania, donde la defensa aérea ha demostrado ser crucial. En este contexto, se ha vuelto evidente que los ataques aéreos deben realizarse utilizando armas de precisión de largo alcance para minimizar el daño colateral y evitar bajas civiles. La superioridad en los sistemas de defensa aérea se ha convertido en un factor determinante para disuadir al adversario y proteger el propio territorio.
Estrategias y Tácticas en el Conflicto
La Fuerza Aérea India (IAF) ha estado preparando su estrategia y tácticas para llevar a cabo ataques ofensivos contra Pakistán, un vecino con el que ha librado tres guerras completas y numerosos enfrentamientos menores. Por su parte, Pakistán, consciente de su menor capacidad económica y militar, ha optado por una postura defensiva en su fuerza aérea. En las últimas décadas, India también ha tenido que prepararse para un posible desafío por parte de China.
Los ataques indios, que se llevaron a cabo con éxito contra objetivos tanto terroristas como militares en territorio pakistaní, demostraron la efectividad de la estrategia india. Los sistemas defensivos pakistaníes no lograron interceptar los ataques, lo que permitió a la IAF llevar a cabo operaciones con un alto grado de efectividad. En este contexto, se utilizaron plataformas de armas de varios países, incluidos Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Turquía, lo que ha llevado a un análisis comparativo de los sistemas de armas involucrados.
La operación Sindoor, que se inició en la madrugada del 7 de mayo de 2025, consistió en ataques aéreos contra nueve objetivos terroristas en Pakistán, utilizando 24 armas de precisión. Estos ataques fueron una respuesta directa al ataque terrorista de Pahalgam, que dejó un saldo de 26 civiles muertos, en su mayoría hindúes. India acusó a Pakistán de respaldar el terrorismo transfronterizo, una acusación que el país vecino negó.
Los misiles indios, que incluyeron sistemas como el SCALP y el BrahMos, lograron impactar en campamentos de grupos militantes como Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba, evitando en todo momento objetivos militares o civiles pakistaníes. Posteriormente, se produjeron intercambios de fuego y escaramuzas a lo largo de la Línea de Control, con Pakistán lanzando ataques masivos con drones y misiles bajo la operación Bunyan-un-Marsoos, mientras que India neutralizaba estos ataques con sus sistemas de defensa aérea integrados.
El sistema S-400, conocido como Sudarshan Chakra, tuvo su primera utilización en combate por parte de India durante este conflicto, junto con el sistema indigenizado Akash. La efectividad de estos sistemas fue evidente, ya que los ataques pakistaníes causaron daños mínimos y pocas bajas civiles. La IAF llevó a cabo operaciones de supresión de defensa aérea, neutralizando sistemas defensivos pakistaníes, incluidos los de origen chino.
La reciente confrontación ha puesto de manifiesto la importancia de las relaciones entre India y Rusia en el ámbito militar. La combinación de sistemas como el S-400, el Su-30MKI y el BrahMos ha demostrado ser efectiva en el contexto de la operación Sindoor. A medida que India continúa desarrollando su capacidad militar, se plantean interrogantes sobre futuras adquisiciones, como el S-500 y el caza de quinta generación Su-57, así como la posibilidad de una mayor colaboración en el desarrollo de drones kamikaze y otros sistemas avanzados.
La evolución de la tecnología militar y la cooperación entre India y Rusia son elementos clave que definirán el futuro de la defensa en la región, en un contexto donde la seguridad y la estabilidad son cada vez más desafiadas por las tensiones geopolíticas.
