
El ADN es el código genético que proporciona las instrucciones biológicas para cada especie viva, pero no toda su composición contribuye a la supervivencia de los organismos. Algunos segmentos de ADN actúan como parásitos, aprovechándose de su huésped para su propia conservación. Este fenómeno ha captado la atención de investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz, quienes están analizando cómo estos elementos genéticos se ocultan y se reproducen dentro del ADN de las especies, e incluso pueden transferirse entre especies no relacionadas mediante un proceso conocido como transferencia horizontal de genes.
Un estudio reciente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences ha demostrado que un tipo de elemento genético denominado «introners» es responsable de la propagación de muchos de estos genes egoístas tanto dentro de una especie como entre diferentes especies. Este trabajo proporciona pruebas de ocho casos en los que los introners han sido transferidos entre especies no relacionadas, constituyendo los primeros ejemplos comprobados de este fenómeno.
La complejidad genética y los introners
Los introners son un tipo de elemento transponible, conocidos como «genes saltarines», que pueden trasladarse de una parte del genoma a otra. Los investigadores descubrieron que los introners son una de las principales causas de aparición de nuevos intrones en el ADN de una especie. Su naturaleza les permite hacer copias de intrones a lo largo del genoma, contribuyendo así a la complejidad genética de los organismos.
A lo largo de su investigación, los científicos analizaron el ADN de miles de especies, algo que solo ha sido posible recientemente gracias a esfuerzos coordinados como el Proyecto Earth BioGenome y el Árbol de la Vida de Sanger. La búsqueda de introners reveló la existencia de 1,093 familias entre los 8,716 genomas analizados, lo que sugiere una notable diversidad de introners capaces de proliferar a través de los genomas de diversas especies.
Los introners se encontraron principalmente en especies de algas, hongos y diversos eucariotas unicelulares, e incluso en un erizo de mar y un tunicado, un invertebrado marino tubular. Este descubrimiento no solo ayuda a comprender la evolución de los genomas, sino que también tiene implicaciones para la investigación en salud humana, ya que los intrones permiten un proceso crucial denominado «splicing alternativo», que puede generar diferentes versiones de una proteína a partir de un mismo gen.
Entre los hallazgos más destacados, los investigadores identificaron el primer caso directo de transferencia horizontal de introners, donde un introner saltó de un genoma de una especie a otro genoma de una especie no relacionada. Un ejemplo notable de esto involucra un esponja de mar y un protista marino conocido como dinoflagelado, cuyos ancestros comunes datan de hace 1.6 mil millones de años. Este tipo de transferencia podría estar facilitado por virus gigantes que actúan como vehículos para estos elementos egoístas.
El estudio de los introners no solo amplía nuestro conocimiento sobre la complejidad genética de los organismos, sino que también plantea nuevas preguntas sobre cómo estos elementos pueden influir en la salud y evolución de las especies. A medida que se continúe investigando la diversidad de eucariotas, es probable que se descubran muchos más ejemplos de transferencia horizontal de introners, lo que sugiere que la genética es un campo vasto y aún lleno de sorpresas.