
El pasado viernes, el expresidente Donald Trump firmó una serie de órdenes ejecutivas destinadas a reformar la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) de Estados Unidos, con el objetivo de acelerar el despliegue de nuevos reactores nucleares en el país. Esta agencia, que ha estado funcionando durante más de 50 años como un organismo independiente, se enfrenta ahora a un proceso de transformación que promete modificar su operativa y acelerar la toma de decisiones sobre licencias para reactores nucleares.
Las nuevas órdenes estipulan que la NRC deberá pronunciarse sobre las licencias de los reactores en un plazo de 18 meses. Un alto funcionario de la Casa Blanca explicó que esta reforma busca una «total y completa reestructuración» de la agencia, lo que podría conllevar cambios significativos en el personal y en las funciones dentro de la misma, aunque no se prevé la remoción de los cinco comisionados que lideran el organismo.
Retos y oportunidades en la regulación nuclear
Este movimiento se produce en un contexto de carga laboral elevada para la NRC, que actualmente evalúa la posible reactivación de dos plantas nucleares que han estado inactivas: Palisades en Michigan y Three Mile Island en Pennsylvania. Se trata de un proceso sin precedentes que podría marcar un punto de inflexión en la política energética estadounidense.
Las órdenes de Trump también establecen un marco regulatorio que permitirá a los Departamentos de Energía y Defensa construir reactores nucleares en terrenos federales. Esta decisión se justifica como una medida para garantizar una energía nuclear segura y fiable, capaz de operar instalaciones críticas de defensa y centros de datos de inteligencia artificial, aunque la NRC no tendrá un papel directo en la autorización de estos proyectos.
Además, se prevé que estas acciones impulsen la minería de uranio en Estados Unidos y amplíen la capacidad de enriquecimiento de uranio nacional, lo cual es crucial para revitalizar una industria que ha enfrentado serios desafíos en años recientes, incluyendo el cierre de numerosos reactores debido a la competencia de fuentes de energía más baratas como el gas natural.
El resurgimiento de la inversión en energía nuclear en Estados Unidos está siendo impulsado por la creciente demanda de electricidad, especialmente por parte del sector tecnológico, que necesita abastecer los centros de datos utilizados para la inteligencia artificial. De hecho, la planta Three Mile Island, famosa por un incidente de fusión parcial en 1979, está programada para reanudar operaciones en 2028, con el apoyo financiero de gigantes tecnológicos como Microsoft.
La construcción de nuevas plantas nucleares en Estados Unidos ha sido históricamente un proceso lento y costoso. Por ejemplo, los dos nuevos reactores en la planta de Vogtle, en Georgia, tardaron siete años más de lo previsto en completarse y superaron el presupuesto en 18 mil millones de dólares. Sin embargo, la presión del sector tecnológico podría ser un catalizador para acelerar este tipo de proyectos en el futuro.