
La natación en aguas abiertas puede resultar extrañamente claustrofóbica. Al sumergir la cara en aguas turbias, la visibilidad se reduce a unos pocos centímetros. Sin embargo, las focas comunes (Phoca vitulina) logran moverse con facilidad en las costas donde habitan, detectando su entorno a través de diversos sentidos, incluyendo sus hábiles bigotes.
Frederike Hanke, investigadora de la Universidad de Rostock, Alemania, se preguntó si estos animales tan ingeniosos también utilizan su visión para determinar la dirección en la que nadan, a pesar de las limitaciones de visibilidad. «Queríamos saber si las focas comunes pueden determinar su rumbo a partir de los campos de flujo óptico, es decir, el patrón de movimiento en la retina que se genera cuando una foca se desplaza entre objetos visibles, incluyendo partículas en el agua», explica Hanke.
Un desafío acuático para las focas
Para llevar a cabo su investigación, Hanke y sus colegas, Laura-Marie Sandow, Ann-Kathrin Thimian (ambas de la Universidad de Rostock) y Markus Lappe (Universidad de Münster, Alemania), diseñaron un reto que consistía en un juego. Publicaron sus hallazgos en el Journal of Experimental Biology, donde demostraron que las imágenes de partículas en agua turbia que se mueven a través de la retina son suficientes para que las focas buceadoras determinen su dirección de desplazamiento.
El equipo creó tres simulaciones por computadora para exhibir a sus «colegas» focas: una que simulaba el movimiento a través del mar abierto con bloques de puntos que se acercaban a la pantalla; otra que representaba el fondo marino pasando por debajo; y una tercera que simulaba la superficie del mar fluyendo por encima. Luego, animaron a tres focas, Nick, Luca y Miro, a colocarse frente a una gran pantalla que mostraba las simulaciones. Los animales debían indicar hacia qué lado, izquierdo o derecho, parecían estar moviéndose, tocando una bola roja en cada lado de sus cabezas a cambio de un premio de sabrosos esprats.
Afortunadamente, Nick y Luca eran veteranos en juegos, por lo que aprendieron rápidamente la tarea, aunque Miro, siendo un novato, tardó un poco más en adaptarse. Sin embargo, Hanke recuerda que Miro es una foca muy abierta a nuevas experiencias, «así que se adaptó bien a todas las situaciones nuevas».
Una vez que las focas se sintieron cómodas con el juego, Sandow y Thimian registraron las elecciones de los animales mientras observaban las simulaciones de puntos que parecían mostrar direcciones de 22, 18, 14, 10, 6 o 2 grados hacia la izquierda, o posiciones similares hacia la derecha. Posteriormente, el equipo analizó los aciertos de los animales al determinar hacia dónde parecían dirigirse, aunque Hanke aclara que a veces cometían errores.
«Estos son animales vivos, no robots. Los errores se deben, probablemente, a la falta de atención o a una disminución en la motivación», señala con una sonrisa. Al trazar el éxito de las focas, quedó claro que eran perfectamente capaces de determinar su dirección de movimiento basándose únicamente en los puntos que pasaban ante sus ojos, tal como lo harían en su entorno natural.
Aún en la más débil luz, las focas comunes son capaces de utilizar su visión para aprovechar el agua turbia y determinar hacia dónde se dirigen, basándose en el movimiento aparente de objetos y partículas en el agua. Hanke ahora se interesa por descubrir si estos hábiles animales pueden utilizar este efecto visual para determinar la distancia que han recorrido, «lo cual es interesante en el contexto de la navegación», concluye.