
El diseñador de moda italiano Brunello Cucinelli ha sido galardonado con un doctorado honorario en “Diseño para el Made in Italy: Identidad, Innovación y Sostenibilidad” en la Universidad de Campania. Este reconocimiento no solo subraya su impacto en la industria de la moda, sino también su compromiso con la restauración y preservación del patrimonio arquitectónico de su región natal, Umbria.
La cita de John Ruskin, “Cuando construimos, pensemos que construimos para siempre”, resuena no solo en su discurso, sino también en las acciones que ha llevado a cabo en Solomeo, la aldea que ha transformado en su hogar y centro de su empresa desde 1985. Este lugar, que una vez se encontraba en ruinas, ha sido restaurado gracias a los fondos de su empresa, reflejando su filosofía de responsabilidad social y cultural.
La Fundación Brunello y Federica Cucinelli, establecida en 2010, ha tenido un impacto considerable en la región. Conocida por sus pintorescos pueblos medievales y su rica historia, Umbria enfrenta el desafío de mantener su patrimonio. Cucinelli ha expresado su firme creencia en la necesidad de preservar este legado, advirtiendo que la pérdida de la memoria cultural podría significar también la pérdida de la identidad y el futuro de la comunidad.
Aunque el nombre de Cucinelli no figure en placas conmemorativas por las calles de Perugia, su influencia se siente en toda la región. La restauración del Arco Etrusco en 2014 y la rehabilitación del Teatro Morlacchi en 2017 son solo algunos ejemplos de su dedicación. En 2018, la venta del 6% de su empresa generó 100 millones de euros adicionales para su fundación, que actualmente apoya proyectos como una biblioteca en Solomeo y la reconstrucción del pueblo medieval de Castelluccio di Norcia, devastado por un terremoto en 2016.
A diferencia de otras casas de moda que también contribuyen a la restauración de monumentos históricos, como Fendi y Bulgari, el enfoque de Cucinelli se centra en el desarrollo local. Sus proyectos no solo preservan la historia, sino que también benefician a la comunidad al promover la cultura, la educación y la espiritualidad. “He aprendido que la arquitectura está hecha para la humanidad”, señala el diseñador, que es conocido por su filosofía de “capitalismo humanista”.
Cucinelli, nacido en la aldea rural de Castel Rigone, ha mantenido un fuerte vínculo con su tierra. Su empresa, que ofrece empleo a alrededor de 700 personas, se localiza en un entorno que prioriza el bienestar de los trabajadores, algo poco común en la industria de la moda. Desde horarios flexibles hasta espacios de trabajo agradables, su enfoque se aleja de las prácticas laborales tradicionales del sector.
Su reputación como “el filósofo de la moda” se refleja en su discurso en la Universidad de Campania, donde hizo alusión a pensadores como Kant y San Francisco. Cucinelli no solo se preocupa por el futuro de su empresa, sino también por el legado que dejará. Las viejas instalaciones de su compañía se han mantenido de tal manera que podrían ser convertidas en apartamentos residenciales, garantizando que puedan ser útiles incluso si su empresa ya no lo necesitara.
A través de la Escuela de Alta Artesanía Contemporánea, Cucinelli también se dedica a formar a las futuras generaciones de artesanos, enseñando no solo habilidades relacionadas con la moda, sino también oficios tradicionales que requieren preservación. Desde su salida a bolsa en 2012, su empresa ha visto crecer su capitalización de mercado de 530 millones de euros a 6.500 millones, un claro reflejo de su éxito empresarial. Sin embargo, su verdadero legado parece ir más allá de las cifras y las ganancias, buscando un impacto duradero en la sociedad y en el patrimonio cultural de Italia.