Tres exejecutivos de Ubisoft, la reconocida empresa francesa de videojuegos responsable de títulos como Assassin’s Creed y Far Cry, se enfrentan a un juicio en el tribunal penal de Bobigny. Los acusados, Serge Hascoët, Thomas «Tommy» François y Guillaume Patrux, están siendo procesados por abuso psicológico, acoso sexual y tentativa de agresión sexual. El juicio, que se extenderá hasta el viernes, escuchará los testimonios de seis mujeres y tres hombres, así como las acusaciones de dos sindicatos.
Los tres exejecutivos han negado todas las acusaciones en su contra. La cultura de silencio en Ubisoft comenzó a romperse en 2020, cuando un empleado intentó denunciar acoso psicológico a sus superiores, recibiendo como respuesta que no había ningún problema en la empresa. Posteriormente, una investigación exhaustiva realizada por las publicaciones francesas Libération y Numerama destapó condiciones laborales plagadas de acoso, humillaciones y comentarios discriminatorios.
Ubisoft se vio obligada a iniciar una investigación interna en 2020 tras la aparición de testimonios anónimos en redes sociales que denunciaban una cultura laboral tóxica. Aunque los investigadores interrogaron a numerosos testigos, muchos se mostraron reacios a presentar denuncias por miedo a represalias dentro de la comunidad de videojuegos. Sin embargo, las declaraciones que surgieron dibujaron un desgarrador retrato de lo que sucedía en los estudios de Ubisoft.
Serge Hascoët, exdirector creativo de la compañía y su segundo al mando, enfrenta acusaciones de acoso sexual y acoso psicológico, así como de realizar comentarios racistas. Se le acusa de haber dicho que una empleada senior estaba «irritada» porque no tenía suficiente sexo y que debía mantener relaciones con ella en una sala de reuniones para «calmarla».
Por su parte, Thomas François, exvicepresidente de servicios editoriales y creativos, es acusado de obligar a una joven empleada a hacer el pino en la oficina mientras vestía una falda. Además, se le acusa de ver películas pornográficas en el espacio de trabajo y de intentar besar a una colega en una fiesta de Navidad en 2015, mientras otros colegas la sujetaban, lo que la dejó traumatizada.
Guillaume Patrux, exdirector de juegos, ha sido señalado por acoso psicológico y fue despedido por conducta grave. Se le acusa de simular golpear a los empleados, de agitar un látigo cerca de sus rostros y de dibujar esvásticas en el cuaderno de una mujer durante una reunión.
Los incidentes denunciados incluyen ejemplos de humillación pública, como cuando a una joven musulmana le cambiaron el fondo de pantalla a una imagen de un bocadillo de bacon y le lanzaron bocadillos durante el Ramadán. Otras mujeres también han denunciado que se les hacían comentarios sexuales de forma habitual, que eran llamadas «putas» y se les instaba a llevar faldas más cortas. Una mujer que llevaba un abrigo con forro rojo fue supuestamente objeto de un comentario por parte de un ejecutivo, quien dijo: «Eso es una invitación a la violación».
Este juicio se considera un momento crucial para la industria de los videojuegos, algunos lo ven como un momento #MeToo en el «club de hombres» de los videojuegos. Aun así, hay quienes opinan que el proceso judicial es insuficiente. Marc Rutschlé, delegado sindical de Solidaires Informatique, declaró a L’Humanité: «Este juicio podría haber sido ejemplar. No fueron tres individuos aislados quienes crearon esta atmósfera de acoso generalizado. Su impunidad fue organizada. No hay acusados y muchas víctimas. Se ha evadido todo el aspecto estructural».
Ubisoft, por su parte, ha optado por mantener una distancia del juicio, ya que ni el departamento de recursos humanos ni ningún representante de la empresa, incluido su CEO Yves Guillemot, estarán presentes en el tribunal. Guillemot había calificado previamente algunas de las acusaciones como «diferencias generacionales de opinión» y «fricciones creativas». El juicio seguirá en Bobigny hasta el 6 de junio.
