El inicio de la temporada de crecimiento en los jardines trae consigo el regreso de la tierra bajo las uñas, el aroma del mantillo recién esparcido y las primeras rosas en flor. Sin embargo, en muchas áreas urbanas, esto también significa una invasión sonora de cortadoras de césped, sopladoras de hojas y otras herramientas utilizadas por los paisajistas. Desde las 8 de la mañana hasta al menos la tarde, cinco o seis días a la semana, el zumbido de estas herramientas perturba la paz de los residentes.
Más preocupante aún es que esta alteración del silencio afecta gravemente a la fauna que habita en estas áreas. Aves, ardillas, conejos, ranas, insectos y otras formas de vida silvestre se ven profundamente impactadas por el ruido generado por el ser humano. Para estos animales, el entorno se convierte en lo que podría parecer una zona de guerra, sin posibilidad de escapar de la cacofonía creada por los humanos.
Los sonidos artificiales pueden enmascarar los instintos básicos que les permiten sobrevivir, como la detección de depredadores. Kevin Munroe, director del Long Island Preserve de The Nature Conservancy, explica que estos ruidos pueden forzar a aves, murciélagos e insectos a modificar sus hábitos de alimentación, anidación y reproducción. “Muchos animales se comunican principalmente a través del canto, que es su forma de encontrarse”, señala Munroe. Las especies con cantos suaves, como los warblers o algunas pequeñas lechuzas, pueden verse tan afectadas por la contaminación acústica que su capacidad para reproducirse se ve comprometida.
El impacto del ruido en la fauna
Munroe compara las canciones de las aves con sistemas de navegación. “Imagina que estas canciones son los mapas que los pájaros utilizan para encontrarse entre sí. Si tu GPS se apaga, no tendrás forma de encontrar a tu familia. Eso es lo que les ocurre a estos animales cuando el ruido les impide comunicarse”, explica.
Además, el ruido producido por equipos eléctricos, el tráfico y la construcción puede causar estrés y pérdida auditiva en los animales. Un estudio realizado en la Universidad de Georgia incluso descubrió que los ruidos de las carreteras pueden elevar la frecuencia cardíaca de las orugas de mariposa monarca.
Aunque puede parecer una batalla perdida en la sociedad moderna, existen medidas que se pueden adoptar para mitigar estos efectos. The Nature Conservancy recomienda cambios en las prácticas industriales que consideren las áreas sensibles al ubicar instalaciones ruidosas, como carreteras de acceso y estaciones de compresores, así como diseñarlas con barreras de sonido, como muros, pantallas vegetativas y equipos que absorban ruido.
Alterar los horarios y la duración de las actividades ruidosas durante los períodos de reproducción e hibernación también puede ayudar a reducir los efectos adversos en la fauna.
En nuestros propios hogares, pequeños cambios pueden tener un gran impacto. Munroe sugiere que, dado que las aves se comunican entre el amanecer y las 9 de la mañana, sería conveniente posponer las labores ruidosas del jardín para más tarde. Otro momento crítico para muchas especies es después del anochecer.
Además, crear cortinas sonoras mediante la plantación de árboles nativos densos, coníferas o arbustos caducifolios, y cambiar de herramientas de gas a eléctricas, como sopladoras de hojas, desmalezadoras y motosierras, son acciones sencillas que los propietarios pueden implementar para evitar causar daño.
Es fundamental educar e introducir cambios en las comunidades locales. Munroe sugiere colaborar con asociaciones de propietarios, escuelas, negocios e iglesias para limitar la actividad ruidosa y destructiva en sus propiedades. También recomienda hablar con los municipios sobre sus ordenanzas de ruido y fomentar la creación de santuarios sonoros en los vecindarios para proteger a especies como el ruiseñor o los insectos cantores.
La fauna silvestre no solo contribuye a la polinización, sino que también juega un papel crucial en el control de plagas y tiene un impacto positivo en nuestra agricultura y economía. Es esencial que estas especies continúen formando parte de nuestros entornos urbanos.
