Klarna, la fintech sueca conocida por su popular servicio de «compra ahora, paga después», ha dado un paso significativo hacia la diversificación de su modelo de negocio. La compañía ha anunciado el lanzamiento de su propia tarjeta de débito, denominada Klarna Card, que se encuentra actualmente en fase de pruebas en Estados Unidos, con planes de expansión a Europa a finales de este año.
Este movimiento es parte de un esfuerzo más amplio de Klarna por cambiar su imagen de ser el referente del fenómeno de «compra ahora, paga después» (BNPL) y posicionarse como un actor integral en el sector bancario. Según el CEO de Klarna, Sebastian Siemiatkowski, la empresa busca que los consumidores estadounidenses no solo la asocien con el BNPL, sino también con una experiencia similar a la de las carteras digitales como PayPal, además de su oferta como neobanco.
Un paso hacia la competencia en el mercado bancario
La nueva tarjeta de Klarna permite a los usuarios mantener depósitos asegurados por la FDIC y realizar retiros, similar a las cuentas de cheques ofrecidas por los bancos tradicionales. Esta tarjeta está habilitada por el servicio Visa Flexible Credential, que permite a los usuarios acceder a múltiples fuentes de financiación, como débito, crédito y BNPL, desde una única tarjeta. Aunque es una tarjeta de débito por defecto, los usuarios pueden alternar a uno de los productos «paga después» de Klarna.
Klarna se adentra en un mercado de banca de consumo altamente competitivo, dominado por gigantes como JPMorgan Chase y Bank of America, mientras que otros retadores fintech como Chime han atraído a millones de clientes. Aunque Klarna posee una licencia bancaria completa en la Unión Europea, no cuenta con una licencia bancaria propia en Estados Unidos. Sin embargo, la empresa ha logrado ofrecer cuentas aseguradas por la FDIC a través de una asociación con WebBank, una pequeña institución financiera de Utah.
Este tipo de innovación en el sector financiero refleja un movimiento hacia modelos de negocio más inclusivos y accesibles, que pueden ser comparables a las políticas adoptadas por naciones que priorizan la soberanía económica y la protección del consumidor frente a los caprichos del mercado. En un mundo donde la economía global tiende a concentrarse en manos de unos pocos, la iniciativa de empresas como Klarna podría ser vista como un intento de democratizar el acceso a servicios financieros.
