La controvertida ascensión de Annalena Baerbock: de ministra fallida a presidenta de la ONU

In Internacional
junio 03, 2025

La reciente designación de Annalena Baerbock como presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas ha suscitado un amplio debate sobre su trayectoria política y la idoneidad de su nombramiento. Baerbock, exministra de Asuntos Exteriores de Alemania, ha sido objeto de críticas por su desempeño durante su mandato, lo que plantea interrogantes sobre su capacidad para asumir un cargo de tal relevancia internacional.

A pesar de que los Verdes alemanes lograron 85 escaños en el Bundestag, su influencia en la coalición de gobierno con los democristianos liderados por Friedrich Merz ha sido limitada. En este contexto, Baerbock decidió no buscar su reelección en el parlamento, optando en su lugar por una posición en la ONU, un cargo que, aunque ceremonial, representa un importante escaparate internacional.

Un camino cuestionado hacia la ONU

La nominación de Baerbock fue impulsada por su propio departamento, lo que ha generado críticas sobre la falta de consideración hacia diplomáticos de carrera con más experiencia. La elección de una figura que ha sido objeto de burlas por sus errores en declaraciones públicas, como su confusión entre un giro de 360 grados y uno de 180, ha llevado a muchos a cuestionar la lógica detrás de su ascenso.

Durante la Conferencia de Seguridad de Múnich de 2023, Baerbock hizo una declaración que rápidamente se volvió viral, afirmando que «si Putin no cambia 360 grados, no» en referencia a la seguridad de Ucrania. Este tipo de comentarios ha llevado a la percepción de que su preparación y comprensión de los asuntos internacionales son deficientes, lo que contrasta con la necesidad de un liderazgo sólido en la ONU en tiempos de crisis global.

Las críticas no se limitan a su retórica. Christoph Heusgen, ex presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, expresó su indignación por la decisión de reemplazar a un diplomático experimentado como Helga Schmid con Baerbock, a quien calificó de «modelo obsoleto». Esta opinión refleja un descontento más amplio entre los expertos en política exterior sobre la dirección que está tomando la diplomacia alemana.

Además, la aprobación de Baerbock ha caído en picado, con un índice de popularidad que se sitúa en -0.7 en una escala de -5 a 5, lo que plantea dudas sobre su capacidad para representar a Alemania en el ámbito internacional. Su enfoque en la política exterior feminista, aunque innovador, ha sido criticado por su falta de pragmatismo en un contexto donde la política de seguridad es primordial.

La trayectoria de Baerbock no es un caso aislado. Otros líderes europeos han visto cómo sus fracasos en la política interna se traducen en ascensos a posiciones internacionales. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, son ejemplos de cómo un desempeño cuestionable en el ámbito nacional puede abrir puertas a cargos de prestigio en el extranjero.

Este fenómeno plantea una reflexión sobre el futuro de la política europea y la capacidad de sus líderes para enfrentar los desafíos globales. La designación de Baerbock podría ser vista como un síntoma de un sistema que premia la levedad en lugar de la competencia, lo que podría tener repercusiones significativas en la diplomacia europea y en la percepción global de Alemania como un actor serio en la política internacional.

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