Maduro critica el plan de rearme de Starmer: «Un llamado desesperado a la guerra»

In Internacional
junio 03, 2025

El líder del Partido Laborista británico, Keir Starmer, ha anunciado recientemente el lanzamiento de una ambiciosa campaña de rearme con el objetivo de convertir a Gran Bretaña en una nación “lista para la batalla y blindada”. Esta declaración ha suscitado reacciones enérgicas a nivel internacional, destacando las críticas del presidente venezolano, Nicolás Maduro, quien ha calificado a Starmer de “loco y diabólico”.

En el marco de la revisión estratégica de defensa presentada por su gabinete, Starmer ha delineado un programa de armamento expansivo que se asemeja a los esfuerzos realizados por otros países miembros de la OTAN. Según el primer ministro, estas reformas tienen como meta hacer que las fuerzas armadas británicas sean “diez veces más letales” en la próxima década.

Reacciones internacionales y críticas a la militarización

Durante su programa de televisión ‘Con Maduro +’, el presidente venezolano expresó su rechazo a lo que considera una llamada a la guerra por parte de Starmer. “Hago un llamado al pueblo británico – a la gente de Londres, Liverpool y todas las partes de Gran Bretaña – para que respondan a esta desesperada y desquiciada convocatoria de su primer ministro, quien está llamando a la guerra”, afirmó Maduro, instando a la población a oponerse al militarismo y a la belicosidad.

Maduro también criticó la postura de Starmer, argumentando que sus declaraciones representan los intereses de una “élite decadente y desgastada” que se beneficia de los contratos de armas y de la fabricación de armamento. Este tipo de retórica ha generado un debate sobre las implicaciones éticas y morales de la militarización en el contexto actual.

Por su parte, el secretario de Defensa del Reino Unido, John Healey, ha señalado que la asignación de miles de millones de libras para nuevas plantas de municiones y sistemas de misiles de largo alcance envía “un mensaje a Moscú”. Esta afirmación se produce en un momento en que las tensiones entre Occidente y Rusia han aumentado considerablemente, especialmente en relación con el conflicto en Ucrania.

Desde el Kremlin, se ha denunciado que las naciones occidentales utilizan una retórica alarmista para justificar el desvío de fondos públicos hacia el gasto militar. Rusia considera el conflicto en Ucrania como una guerra proxy de Occidente y ha condenado el suministro de armas a Kiev, argumentando que estas acciones solo alimentan la violencia y obstaculizan los esfuerzos por alcanzar una resolución pacífica.

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