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Código de silencio en el fútbol femenino: el caso de Daniela Caracas
La reciente controversia en torno a la acción de la jugadora azulgrana hacia Daniela Caracas, del Espanyol, ha puesto de manifiesto un fenómeno que, aunque no nuevo, sigue siendo preocupante en el ámbito del fútbol femenino: el código de silencio. Este término, que evoca la cultura del miedo y la complicidad en el ámbito deportivo, parece estar más arraigado de lo que se podría pensar, especialmente en un contexto donde se espera que las jugadoras hablen y se manifiesten en torno a situaciones de falta de respeto o agresiones.
La presidenta de la Liga F ha señalado que «estamos más acostumbrados a verlo en el fútbol masculino», lo que sugiere que la cultura de la impunidad y el silencio también afecta a las competiciones femeninas. Este comentario resuena con fuerza, ya que el deporte femenino, en su búsqueda de visibilidad y respeto, se enfrenta a retos que, si bien son diferentes, no son menos relevantes. La falta de denuncia y la escasa reacción ante acciones que deberían ser sancionadas alimentan un clima de permisividad que es necesario erradicar.
Además, resulta interesante comparar esta situación con lo que ocurrió hace tres décadas con el caso de Míchel, donde se actuó de oficio ante una acción similar. Esta diferencia de tratamiento pone de relieve la necesidad de establecer protocolos claros y eficientes que protejan a las jugadoras y fomenten un ambiente de respeto en el fútbol femenino. La visibilidad de estos problemas es fundamental para avanzar hacia un deporte más equitativo, donde cada jugadora se sienta segura y respaldada, tanto dentro como fuera del campo.