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El gobierno israelí ha decidido posponer la liberación de más de 600 prisioneros palestinos, en un contexto marcado por las tensiones entre Israel y Hamas. Esta decisión se produce tras la liberación de seis rehenes israelíes por parte de Hamas, lo que había sido parte de un acuerdo de alto el fuego mediado por Estados Unidos, Qatar y Egipto.
Las autoridades de Jerusalén Occidental han expresado su descontento con las ceremonias de entrega de rehenes, en las que miembros enmascarados de Hamas han sido vistos exhibiendo a los prisioneros israelíes ante multitudes. En un comunicado emitido el pasado domingo, la oficina del primer ministro Benjamin Netanyahu acusó a Hamas de realizar “violaciones repetidas” del acuerdo de alto el fuego, incluyendo “ceremonias que humillan a nuestros rehenes y la explotación cínica de los mismos con fines propagandísticos”.
Reacciones a la decisión israelí
Como resultado de esta situación, los prisioneros palestinos que ya se encontraban listos para ser liberados fueron obligados a desembarcar de los autobuses que los trasladaban, lo que ha generado incertidumbre sobre la viabilidad del alto el fuego. Ezzat El Rashq, miembro del buró político de Hamas, acusó a Netanyahu de “intento deliberado de interrumpir el acuerdo”, señalando que la demora representa “una clara violación de los términos del acuerdo y muestra la falta de fiabilidad de la ocupación en el cumplimiento de sus obligaciones”.
Desde el lado de Hamas, se defiende que las ceremonias de liberación se llevan a cabo con dignidad, a pesar de las acusaciones de Israel. Este acuerdo de alto el fuego, que se estableció a mediados de enero tras 15 meses de conflicto intenso, incluye no solo el intercambio de rehenes y prisioneros, sino también la facilitación de ayuda humanitaria en la región, así como la retirada de Israel de la Franja de Gaza.
La situación actual pone de manifiesto las complejidades del conflicto israelo-palestino y la fragilidad de los acuerdos alcanzados, que a menudo se ven amenazados por acciones y reacciones de ambas partes. La comunidad internacional sigue de cerca los acontecimientos, en un intento por fomentar un clima de paz y estabilidad en la región.