
Emilio Carrizosa: Matemáticas al servicio de la vida cotidiana
A sus 58 años, Emilio Carrizosa, un apasionado de las matemáticas originario de Córdoba, ha dedicado su vida a conectar la teoría matemática con la realidad cotidiana. Desde temprana edad, Carrizosa se sintió fascinado por las matemáticas, considerándolas un “ejercicio mental muy interesante”. Sin embargo, a lo largo de su formación, se dio cuenta de la necesidad de encontrar un puente entre los números y su aplicación en la resolución de problemas prácticos. Esta búsqueda lo condujo hacia la investigación operativa, una disciplina que define como “la que ayuda a decidir con recursos limitados”. Su trabajo abarca investigaciones en diversos ámbitos, desde el análisis de índices climáticos hasta el diagnóstico del cáncer, siempre con el objetivo de aplicar el conocimiento matemático en la mejora de la toma de decisiones.
Una vez convertido en profesor en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla, Carrizosa ha podido combinar su vocación docente, heredada de sus padres, con su pasión por la investigación. Su labor en matemáticas aplicadas y ciencia de datos ha sido reconocida por instituciones como la Sociedad de Estadística y la Fundación BBVA. En su enfoque, destaca la importancia de que las matemáticas no se limiten a ser un ejercicio intelectual, sino que se utilicen como herramientas para modelar la realidad y contribuir a la toma de decisiones informadas. En un mundo donde la inteligencia artificial juega un papel cada vez más relevante, Carrizosa subraya la necesidad de que los ciudadanos mantengan el control sobre las decisiones, evitando delegarlas completamente a las máquinas.
Carrizosa también aborda el tema de la incertidumbre y los datos, afirmando que, aunque no se puede eliminar, sí es posible reducirla mediante modelos matemáticos que proporcionan probabilidades y estimaciones. Sin embargo, advierte sobre los sesgos presentes en los algoritmos, que pueden afectar la equidad en la toma de decisiones. El matemático enfatiza que los datos, en sí mismos, son neutros; es el uso que se les da lo que puede tener implicaciones éticas y morales. En este contexto, plantea la necesidad de transparencia en los algoritmos y en los criterios utilizados para la distribución de recursos, advirtiendo sobre el peligro de que decisiones clave sean influenciadas por intereses comerciales más que por el bienestar común.