
India, el tercer mayor consumidor de petróleo del mundo, se encuentra en una encrucijada geopolítica. La administración del expresidente estadounidense Donald Trump ha instado a Nueva Delhi a aumentar las importaciones de petróleo y gas, al tiempo que intensifica la presión para que se reduzcan las compras de petróleo ruso. Moscú, por su parte, se posiciona como un aliado estratégico, criticando las tácticas coercitivas de Washington.
El dilema para India radica en equilibrar sus necesidades económicas inmediatas con la resiliencia geopolítica a largo plazo. En 2025, la administración saliente del presidente Joe Biden anunció sanciones contra importantes productores de petróleo rusos, como Gazprom Neft y Surgutneftegas, así como contra 183 petroleros, lo que ha dificultado las cadenas de suministro y ha alterado las operaciones financieras de las empresas indias. Estados Unidos estableció un plazo hasta el 27 de febrero para que India cumpliera con estas sanciones.
Como resultado, las importaciones de crudo ruso por parte de India cayeron casi un 25% en febrero, debido a las crecientes sanciones. Según datos de la empresa de seguimiento de carga energética Vortexa, los puertos rusos cargaron un promedio de 1,07 millones de barriles por día (bpd) para India entre el 1 y el 20 de febrero, una disminución respecto a los 1,4 millones de bpd en enero.
Durante el mismo período, los envíos de petróleo de Estados Unidos a India se dispararon, con cargas de crudo que aumentaron a 0,2 millones de bpd, casi duplicándose desde los 0,11 millones de bpd del mes anterior. Este aumento drástico se alinea con el compromiso de India de elevar las compras de energía estadounidense a 25.000 millones de dólares, reflejando una recalibración estratégica en respuesta a las presiones geopolíticas.
A partir del 2 de abril, Trump anunció aranceles recíprocos dirigidos a países como India, que tienen aranceles más altos sobre los productos estadounidenses. Esto podría afectar gravemente los sectores exportadores de India, con pérdidas anuales potenciales de 7.000 millones de dólares. La diferencia arancelaria es notable: el promedio de India es del 17%, mientras que el de Estados Unidos es solo del 3,3%, intensificando la presión para recalibrar los lazos comerciales. Mientras tanto, las relaciones en defensa se ven tensadas por amenazas de retrasos en las entregas de equipos militares.
Estados Unidos ha utilizado durante mucho tiempo las sanciones como herramientas de política exterior. Hasta ahora, India no se ha dejado intimidar fácilmente. Su relación con Rusia no es transaccional, sino fundamental, reflejando un delicado acto de equilibrio. La tormenta puede ser feroz, pero las raíces de India son profundas, cimentadas en la autonomía estratégica y la resiliencia económica.
La energía como ancla de la resiliencia india
La semana pasada, Moscú condenó la presión estadounidense sobre India, sugiriendo que la demanda de Washington de que India detenga la descarga de petroleros rusos es “inapropiada y contraproducente”. Estas declaraciones no son solo retórica, sino que reflejan una asociación estratégica profundamente entrelazada con la estabilidad energética y económica de India.
Más allá del petróleo, Rusia sigue siendo el mayor proveedor de defensa de India y un jugador crítico en su estrategia de diversificación energética. La reciente oferta de Rosatom para transferir tecnología para pequeños reactores modulares se alinea con el impulso de India hacia la independencia energética sostenible, mostrando la amplitud de sus lazos energéticos más allá del crudo.
Sin embargo, la conexión petrolera sigue siendo primordial. A pesar de las sanciones, Rusia continúa ofreciendo crudo a precios descontados y rutas de entrega más cortas, un salvavidas para la seguridad energética de India. Romper estos lazos no solo desencadenaría una volatilidad de precios, sino que debilitaría la alineación estratégica de larga data de India con Moscú, un riesgo que Nueva Delhi no puede permitirse.
Mientras tanto, Estados Unidos navega por su propia cuerda floja. Al presionar a India para que reduzca las importaciones de petróleo ruso, Washington ha buscado la diplomacia de recursos en otros lugares, incluidas las negociaciones inicialmente fallidas con Ucrania sobre minerales críticos, que parecen tener el potencial de ser revividas. Esto destaca la naturaleza transaccional de la política exterior estadounidense, en marcado contraste con el enfoque más duradero de Rusia con India.
Para Nueva Delhi, la elección no es binaria. La asociación de India con Rusia sirve como un ancla, estabilizando su suministro energético y proporcionando apalancamiento en la navegación de las demandas estadounidenses. Aunque India amplía su canasta de petróleo, su relación con Moscú sigue siendo una parte crucial de su estrategia de multi-alineación, permitiéndole doblar sin romperse ante las tormentas geopolíticas.
Con el 87% de las necesidades de crudo de India satisfechas a través de importaciones, que se proyecta que aumenten al 89% para finales de año, abandonar el petróleo ruso descontado de la noche a la mañana expondría a India a una grave inseguridad energética y a choques inflacionarios. Solo en 2023, los descuentos rusos ahorraron a India casi 5.000 millones de dólares, amortiguando la economía en medio de la volatilidad global. Sin embargo, desafiar abiertamente a Washington arriesga una posible represalia económica, poniendo en peligro más de $190.000 millones en comercio bilateral y el acceso a tecnologías críticas.
En lugar de elegir un bando, India está ampliando su canasta energética, sourcing oil from 39 countries (frente a 29), incluyendo Irak, Nigeria y Estados Unidos, donde los envíos casi se duplicaron a 0,2 millones de bpd a principios de 2025. Pero, como afirmó el Ministro de Petróleo Hardeep Singh Puri, el petróleo estadounidense llega a precios de mercado sin descuentos estratégicos, a diferencia de los barriles más baratos de Rusia y las rutas de entrega más rápidas. En este contexto, Rusia sigue siendo el ancla que estabiliza la seguridad energética de India en medio de las turbulentas mareas geopolíticas.
La estrategia de India refleja su compromiso con la diplomacia de multi-alineación. A través de negociaciones discretas, Nueva Delhi podría ofrecer concesiones tácticas, como limitar las importaciones de petróleo ruso o acelerar colaboraciones en energía verde, para desactivar la presión estadounidense sin romper lazos con Moscú. Al mismo tiempo, India puede aprovechar la plataforma del G20 para abogar por la soberanía energética del Sur Global, enmarcando el acceso asequible a la energía como una necesidad de desarrollo, no como una moneda de cambio geopolítica. En este paisaje energético en evolución, India no solo navega con la tormenta, sino que la dirige. Con ramas flexibles que se adaptan a los vientos cambiantes y raíces profundas cimentadas en asociaciones a largo plazo, Nueva Delhi busca asegurar su futuro sin perder su autonomía.