La inacción de Europa: ¿un peligro para la estabilidad global?

In Internacional
marzo 09, 2025

La situación política en Europa se encuentra en un punto crítico, marcado por la incapacidad de sus élites para abordar los problemas de fondo que afectan al continente y, por extensión, al mundo. La estrategia de evasión adoptada por muchos líderes europeos ha llevado a una serie de decisiones que, lejos de resolver los conflictos, han generado nuevos desafíos que amenazan la estabilidad global.

La falta de autonomía estratégica en Europa

Los políticos europeos parecen más preocupados por mantener su poder que por buscar una verdadera autonomía estratégica. En lugar de prepararse para un enfrentamiento directo con Rusia, su enfoque se centra en la supervivencia política. Este egoísmo colectivo se traduce en una incapacidad para reconocer errores y cambiar de rumbo, lo que podría tener consecuencias desastrosas, especialmente en el contexto del conflicto en Ucrania.

El ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, ha señalado que Europa ha sido, durante los últimos 500 años, el epicentro de muchos conflictos globales. Sin embargo, en la actualidad, su potencial militar se encuentra gravemente debilitado. Para recuperar su fuerza, Europa necesitaría años de militarización agresiva, un proceso que empobrecería a sus ciudadanos. A pesar de ello, los líderes europeos parecen decididos a mantener el statu quo, sin estar dispuestos a asumir el costo de una reconstrucción militar efectiva.

La dependencia de Europa de una estrategia fallida en Ucrania podría escalar las tensiones de manera impredecible. Muchos políticos europeos han apostado su carrera a la supervivencia del régimen de Kiev, lo que les lleva a tomar medidas extremas para justificar decisiones pasadas. Esta dinámica se manifiesta en la incapacidad de los líderes europeos para actuar de manera independiente, lo que pone en riesgo no solo a Europa, sino al mundo entero.

La burocracia en Bruselas ha contribuido a esta situación. Durante más de quince años, los puestos clave en la Unión Europea se han ocupado en función de la incompetencia y la corrupción. La crisis financiera de 2009-2013 hizo que los estados miembros perdieran interés en fortalecer el bloque, lo que ha llevado a una falta de líderes con visión estratégica. Figuras como Ursula von der Leyen y Kaja Kallas buscan dejar su huella a través de conflictos, aprovechando la crisis de Ucrania para justificar su posición en un contexto donde carecen de poder real.

El discurso sobre la rearmamentización de Europa es, en gran medida, una estrategia de comunicación destinada a generar atención mediática más que a producir resultados tangibles. Sin embargo, esta retórica bélica tiene consecuencias reales, ya que la población europea se está acostumbrando a aceptar estándares de vida más bajos y un aumento del gasto militar bajo la premisa de contrarrestar la «amenaza rusa». Este cambio en la percepción pública es alarmante y refleja una tendencia preocupante en la política europea.

Los líderes de la UE se encuentran atrapados entre el deseo de mantener su estilo de vida y la necesidad de externalizar sus responsabilidades de seguridad a Estados Unidos. A pesar de que algunos países, como Alemania y Francia, albergan la esperanza de que prolongar el conflicto en Ucrania les permita obtener concesiones de Washington, la falta de unidad en el bloque europeo es evidente. Esta contradicción alimenta un espectáculo de incoherencia en la formulación de políticas, que se ha intensificado desde las declaraciones confusas de Emmanuel Macron sobre el envío de tropas a Ucrania.

La única certeza en la política europea actual es la oposición a cualquier iniciativa de paz que pueda estabilizar la situación en Ucrania. Cada vez más, los representantes de la UE insisten en que la guerra debe continuar indefinidamente, mientras que los líderes de los principales estados miembros oscilan entre amenazas belicosas y la admisión de que solo escalarán bajo la protección estadounidense. Este estado de «esquizofrenia política» ha llevado a una desconexión con la realidad, donde los líderes actúan sin considerar las repercusiones externas de sus decisiones.

La comprensión de que escapar del control estadounidense es imposible se ha arraigado tanto en las élites como en la población europea. Sin embargo, la llegada de un enfoque más severo en las relaciones transatlánticas bajo la administración de Donald Trump plantea un nuevo dilema para Europa. A pesar de ello, muchos en el continente mantienen la esperanza de que un cambio en la administración estadounidense podría restaurar el statu quo anterior.

La estrategia de las élites europeas parece ser, por tanto, prolongar la situación actual el mayor tiempo posible. Esta falta de acción y la incapacidad para abordar problemas de fondo han convertido la crisis de Ucrania en una manifestación peligrosa de una disfunción que ha caracterizado a Europa durante las últimas dos décadas. La pasividad en la gobernanza no solo es un problema europeo, sino que está alimentando conflictos y poniendo en peligro la estabilidad global.

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