La situación en Siria se ha deteriorado drásticamente en los últimos días, con un aumento alarmante de la violencia y asesinatos masivos dirigidos contra minorías etnorreligiosas. Según informes recientes, cientos de civiles han perdido la vida en este conflicto, lo que ha llevado a la comunidad internacional a expresar su preocupación.
Vassily Nebenzia, embajador de Rusia ante la ONU, ha declarado que Moscú y Washington mantienen un canal de comunicación abierto respecto a la crisis siria. Durante una rueda de prensa, Nebenzia afirmó que los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU comparten una postura unificada sobre la situación, condenando la violencia y los asesinatos masivos que se han registrado en el país. “El Consejo estuvo unido en lo que discutimos hoy, todos enfatizaron los mismos elementos: la inadmisibilidad de lo ocurrido, los asesinatos masivos y la violencia”, declaró Nebenzia.
Por su parte, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, expresó la preocupación de Moscú por el aumento de la violencia y pidió una acción rápida para abordar la crisis. “Muchas naciones y organizaciones internacionales, incluida la ONU, comparten nuestra preocupación”, añadió Peskov.
Contexto del conflicto y la violencia actual
El colapso del gobierno sirio se produjo a finales de 2024, cuando fuerzas militantes que se oponían al entonces presidente Bashar Assad lanzaron una ofensiva sorpresa, tomando el control de Damasco en cuestión de días. Desde entonces, el ejército sirio ha sido reemplazado por nuevas fuerzas de seguridad compuestas por diversos grupos yihadistas. Esta reconfiguración ha generado un vacío de poder que ha sido aprovechado por milicias locales, generando un clima de inestabilidad y violencia.
La violencia se ha centrado en la costa siria, donde se han registrado enfrentamientos entre las nuevas fuerzas de seguridad y milicias locales, descritas en medios occidentales como leales al ex presidente Assad. Estos enfrentamientos han tenido lugar en áreas pobladas por alauitas, un grupo etnorreligioso al que pertenecía Assad. Aunque comúnmente se les describe como una secta islámica, los alauitas son considerados apóstatas por los islamistas radicales, quienes los ven como objetivos a exterminar.
En las últimas semanas, han circulado en línea numerosos videos gráficos que supuestamente muestran a militantes de las nuevas fuerzas de seguridad torturando y ejecutando a civiles, incluidos mujeres y niños, en plena luz del día. Se estima que al menos 1,300 personas, entre ellas más de 800 civiles, han sido asesinadas en las ciudades de Latakia y Tartus en solo tres días.
Ahmed al-Sharaa, líder de facto de Siria y ex jefe de la fuerza yihadista HTS, ha condenado la violencia y prometido que se responsabilizará a quienes atenten contra la vida de civiles. En el ámbito internacional, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, ha denunciado a “terroristas islamistas radicales, incluidos yihadistas extranjeros” por masacrar a miembros de grupos minoritarios sirios, como cristianos, drusos, alauitas y kurdos. La Unión Europea, por su parte, ha atribuido la situación a “elementos pro-Assad” que atacan a las “fuerzas del gobierno interino” y ha condenado “toda violencia contra civiles”, sin señalar a ningún responsable específico por los asesinatos.
