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El estrés por calor en vacas reduce la producción de leche en granjas de EE. UU.

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marzo 19, 2025

La agricultura ganadera en los Estados Unidos está enfrentando los efectos adversos de eventos climáticos extremos, según un reciente estudio de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign. Esta investigación se centra en el impacto del estrés térmico en la producción de leche, revelando que las altas temperaturas y la humedad pueden provocar una disminución del 1% en el rendimiento anual de la leche. Las pequeñas explotaciones ganaderas son las más afectadas, a diferencia de las grandes, que pueden implementar estrategias de gestión para mitigar algunos de estos efectos.

El estudio, publicado en la revista Food Policy, ha sido coautorizado por Marin Skidmore, profesora asistente en el Departamento de Economía Agrícola y del Consumidor de la mencionada universidad. Skidmore explica que, al igual que los humanos, las vacas sufren estrés térmico cuando están expuestas a condiciones climáticas extremas. Este estrés puede desencadenar una serie de efectos negativos en su salud, incluyendo un mayor riesgo de infecciones, inquietud y disminución del apetito, lo que se traduce en una reducción de la producción de leche y, por ende, en una merma de ingresos para los productores lácteos.

Impacto del estrés térmico en la producción láctea

La investigación analizó datos de producción de leche de nueve estados del medio oeste de EE. UU., abarcando más de 56 millones de registros de producción de 18,000 granjas lácteas entre 2012 y 2016. Los investigadores ajustaron los datos de leche para considerar el contenido de proteínas y grasas, factores que determinan el precio del producto en el mercado.

Skidmore señala que estudios previos se habían centrado principalmente en el volumen de leche líquida, pero en el sistema de comercialización láctea es esencial considerar la calidad, ya que no solo se trata de cuántos litros se producen, sino de si la leche tiene un alto contenido de proteínas y grasas.

Los investigadores combinaron datos de producción ajustados por calidad con información meteorológica diaria sobre temperatura y humedad. A través del índice de temperatura-humedad, que refleja de manera más precisa el estrés térmico que experimentan las vacas, pudieron determinar que, en promedio, el estrés térmico causa una pérdida del 1% en el rendimiento anual de la leche. Aunque esta cifra puede parecer baja, representa aproximadamente 1.4 mil millones de libras de leche (ajustadas por contenido energético) durante los cinco años de estudio, lo que equivale a una pérdida de ingresos de unos 245 millones de dólares.

El estudio también destaca que las pérdidas son más significativas en días de estrés térmico bajo y moderado, que son más comunes, aunque el impacto por días de estrés extremo es más del doble en comparación con los días de estrés moderado. La investigación revela que las granjas con menos de 100 vacas pierden, en promedio, el 1.6% de su rendimiento anual, a pesar de que su producción representa menos del 20% del total en la muestra, lo que significa que constituyen el 27% de los daños totales.

Para mitigar estos efectos, los productores pueden implementar diversas estrategias, como la instalación de ventiladores, sistemas de aspersión y el diseño de establos con lados abiertos. Sin embargo, las grandes granjas son las que tienen mayores recursos para llevar a cabo estas mejoras, mientras que las pequeñas explotaciones enfrentan mayores dificultades.

Skidmore advierte que, aunque existen métodos de adaptación, no hay una solución única. La instalación de sistemas de ventilación más sofisticados o el cambio en la época de parición para evitar los períodos más cálidos son opciones que conllevan otros riesgos y complicaciones. Para los niveles más bajos de estrés térmico, las grandes granjas pueden no experimentar pérdidas significativas, pero existe un umbral de calor donde el manejo se vuelve impracticable.

Los investigadores proyectan que, de cara a 2050, las pérdidas en la producción láctea podrían aumentar en un 30% debido a la mayor frecuencia de días de calor extremo, según las predicciones de 22 modelos climáticos. Si los responsables de la formulación de políticas consideran prioritario mantener la producción láctea, será fundamental apoyar a las pequeñas granjas para que puedan seguir siendo competitivas en el futuro. Skidmore concluye que esto requerirá incentivos financieros para implementar estrategias de mitigación, así como inversiones en investigación adicional sobre cómo gestionar los niveles más altos de estrés térmico.

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