
Las tensiones entre Rusia y Ucrania han vuelto a escalar tras la acusación de Moscú sobre un acto de sabotaje perpetrado por las fuerzas ucranianas en la estación de medición de gas de Sudzha, ubicada en la región de Kursk. Este incidente ha sido calificado por las autoridades rusas como un acto de terrorismo y una violación del alto el fuego parcial acordado recientemente entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos.
Según el Ministerio de Defensa ruso, las fuerzas de Kiev habrían volado la estación de medición de gas mientras se retiraban de la ciudad de Sudzha. Esta instalación es parte del importante gasoducto Urengoy-Pomary-Uzhgorod, que ha sido crucial para el suministro de gas desde Rusia hacia Europa. A pesar de que Ucrania había tomado el control de la estación en agosto, el flujo de gas hacia la Unión Europea se mantuvo hasta principios de este año, cuando Ucrania se negó a renovar el contrato con Gazprom, el operador ruso.
El impacto del ataque y la respuesta de Moscú
El ataque a la estación de Sudzha se produce en un contexto de creciente presión sobre las fuerzas ucranianas, que han estado perdiendo terreno en la región. El Ministerio de Defensa ruso ha calificado la destrucción de esta infraestructura energética como una provocación intencionada. En respuesta, la Comisión de Investigación de Rusia ha iniciado una investigación criminal, prometiendo identificar y llevar ante la justicia a los responsables de este ataque.
El alto el fuego parcial, que fue discutido en una llamada telefónica entre Vladimir Putin y Donald Trump, tenía como objetivo reducir la violencia en el conflicto. Aunque Rusia no aceptó un alto el fuego total, se acordó una pausa de un mes en los ataques a instalaciones energéticas. Sin embargo, el Kremlin considera que el ataque a la estación de Sudzha es una clara violación de este acuerdo, lo que ha llevado a los portavoces rusos a cuestionar la fiabilidad de Ucrania en el cumplimiento de compromisos.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, ha expresado que este incidente demuestra la falta de confianza en las promesas del presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, y ha sugerido que los ataques a la infraestructura energética son intentos de desacreditar los esfuerzos de paz de Estados Unidos. Este ataque también marca la segunda acusación de violación del alto el fuego, ya que menos de 24 horas después de su anuncio, se reportó un ataque ucraniano con drones contra una instalación de transferencia de petróleo en la región de Krasnodar, causando daños significativos.
La situación en la región sigue siendo tensa, y las acusaciones mutuas entre ambos países continúan alimentando un conflicto que ya ha dejado profundas cicatrices en la región y ha complicado las relaciones internacionales en el contexto europeo.