
El reciente brote de malaria en la provincia de Équateur, en la República Democrática del Congo (RDC), ha dejado un saldo alarmante de 943 casos confirmados y 52 muertes en el último mes, según ha informado el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) del país. Este brote, que ha suscitado preocupación entre las autoridades sanitarias, se ha caracterizado por síntomas como fiebre, fatiga, vómitos y pérdida de peso.
Inicialmente, en febrero, los funcionarios de salud sospecharon que la causa podría ser malaria o intoxicación alimentaria. Sin embargo, tras realizar pruebas exhaustivas, se descartaron virus conocidos como el Ébola, el Marburgo, la fiebre amarilla y el dengue. El profesor Christian Ngandu, director del INSP y responsable del centro de operaciones de emergencia de salud pública en el país, confirmó que las pruebas de laboratorio han determinado que la enfermedad es efectivamente malaria.
Impacto de la malaria en la salud pública
La malaria, transmitida a los humanos a través de la picadura de mosquitos infectados, es una enfermedad que puede causar graves complicaciones y la muerte, especialmente en niños y poblaciones vulnerables que carecen de acceso a atención médica adecuada. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la malaria causa alrededor de 620,000 muertes al año en todo el mundo, siendo el 93% de estas muertes en África.
Este brote de malaria se produce en un contexto de crisis sanitaria más amplia en la RDC, que recientemente ha enfrentado un brote severo del virus Mpox, anteriormente conocido como viruela símica, con más de 2,000 nuevos casos sospechosos reportados semanalmente. La situación se complica aún más por los enfrentamientos armados en el este del país, donde grupos rebeldes, como el M23, luchan por el control de territorios y recursos minerales. Desde principios de año, se han registrado al menos 8,500 muertes, incluyendo niños y fuerzas de paz, en el marco de este conflicto.
La situación en la RDC pone de manifiesto la necesidad urgente de fortalecer los sistemas de salud pública y garantizar el acceso a tratamientos y prevención de enfermedades como la malaria, que continúan afectando desproporcionadamente a las poblaciones más vulnerables.